
Nació en el castillo de Fisnta (Suecia) el año 1303. Es educada en un elevado ambiente social. A la muerte de su madre y confidente –cuando Brígida tenía 11 años–, su padre dispone que fuera a Gotlandia, a casa de unos tíos, para completar su educación. Dos años después regresa al hogar paterno.
A los 15 años es entregada en matrimonio a un noble joven, rico y sabio: Ulf. Tuvo el coraje de multiplicarse en su doble obligación: atender los negocios del Estado y desvivirse en la educación cristiana de sus hijos, además de ser “como una madre para todos los necesitados”.
A partir de 1335, durante seis años, fue dama de honor de la reina de Suecia. En 1341 emprende junto con su marido una peregrinación a Santiago. Para entonces los esposos se habían entregado a la lectura intensa de la Palabra de Dios. Ulf murió al poco tiempo y Brígida decide entregarse “del todo a Dios”. Pobremente vestida, regresa a la corte con la pretensión de exhortar al rey y a los nobles a que enderezaran su vida.
A partir de esta época un doble amor prende en ella: el amor a la Iglesia y el deseo de fundar una nueva orden. Ambos amores adquieren concreción cuando, el 5 de agosto de 1367, el papa, ya en Roma, le da permiso par la nueva fundación. Tras una peregrinación a Tierra Santa, muere el 23 de julio de 1373. Fue canonizada por Bonifacio IX el 7 de octubre de 1391.