Carlos José Eugenio nació en Aix de Provenza (Francia) el 1 de agosto de 1782. Cuando tenía 8 años tuvo que huir con su familia al destierro para librarse de la guillotina. A la edad de 20 años vuelve a su patria. Busca en vano un lugar en la nueva Francia.
Unas experiencias de voluntariado y una sacudida espiritual le llevan, contra la voluntad de su familia, al seminario de París. Quiere ser sacerdote porque “quiere enseñar a los cristia-nos quién es Jesucristo”. Le inquieta la nueva situación de Francia: ateísmo oficial en el gobierno, anticlericalismo militante, parroquias sin sacerdotes, iglesias vacías... Con un pequeño grupo de sacerdotes, animados por las mismas inquietudes, decide servir incondicionalmente a la Iglesia abandonada.
Hoy están difundidos en más de setenta países. Se les conoce con el nombre de Misioneros Oblatos de María inmaculada. Eugenio fue nombrado arzobispo de Marsella. Se dedicó en cuerpo y alma a la diócesis, sin dejar de alentar el impulso misionero de su familia religiosa. Murió en Marsella el 21 de mayo de 1861. Fue beatificado por Pablo VI el 19 de octubre de 1975. Fue canonizado por Juan Pablo II el 3 de diciembre de 1995.