Marcelino José Benito nace en plena revolución francesa, el 20 de mayo de 1789, en Le Rosey, aldea de Marlhes sito en el macizo central francés. Una nefasta experiencia escolar va a ser el germen del instituto consagrado a llenar el vacío que experimentó en su infancia. Una frase –“Hijo mío, tienes que estudiar latín, Dios lo quiere”– orientará definitivamente su vida y modelará su espiritualidad.
Búsqueda apasionada y empeño en cumplir la voluntad de Dios, según la actitud de María. La dificultad en los estudios va a templar su voluntad para los combates de la vida. Fue ordenado sacerdote el 22 de julio de 1816. En su primer destino sacerdotal –La Valla– contempla un panorama desolador: ignorancia, descristianización... El 2 de enero de 1817 reunió a los dos primeros jóvenes que debían ser la base de los Hermanos Maristas de la Enseñanza. A las dificultades de dentro y de fuera opone la seguridad de luchar por la voluntad de Dios y la confianza en Aquella “que lo ha hecho todo entre nosotros”.
El instituto se extendió rápidamente por Francia y varios Hermanos fueron enviados a las misiones de Oceanía. Una úlcera cancerosa le llevó al sepulcro el 6 de junio de 1840.
Fue beatificado por Pío XII el 29 de mayo de 1955. Fue canonizado por Juan Pablo II el 18 de abril de 1999.
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