Instituto Teológico de Vida Religiosa

Escuela Regina Apostolorum

San Arnoldo Janssen

Fecha Celebración: 
15 Enero

San Arnoldo Janssen (5 de noviembre de 1837 – 15 de enero de 1909) fue un presbítero católico mayormente conocido por ser el fundador de la Congregación del Verbo Divino, donde sus miembros son llamados de Misioneros del Verbo Divino o Verbitas, y dos congregaciones de mujeres.

Arnoldo Janssen, segundo entre los once hijos del matrimonio Gerardo Janssen y Ana Catalina Wellesen, nació en Goch, pequeña ciudad alemana en la Baja Renania, cerca de la frontera holandesa, el 5 de noviembre de 1837. “Aparte de una mínima propiedad, mi padre cultivaba principalmente tierras arrendadas y disponía de dos caballos.

Además de la agricultura, tenía un negocio de transportes que le hacía viajar, por lo común cada semana, a Nimega. Al llegar el momento en que debía regresar a casa, nuestra madre nos mandaba salir a su encuentro”, así describe el mismo Arnoldo Janssen la vida de familia. En esta familia numerosa aprende desde la infancia a colaborar y a ser diligente y modesto.

La vida de la familia Janssen está marcada y sostenida por una profunda fe y alimentada por la frecuente oración y la fidelidad a la Iglesia católica. En este sentido cabe destacar su profunda veneración a la Santísima Trinidad y su devoción al Espíritu Santo. En su lecho de muerte en 1870, Gerardo Janssen inculca esta piedad familiar a sus hijos como su testamento espiritual: “Participen cada domingo en la misa solemne para agradecer a Dios Uno y Trino por las gracias recibidas durante la semana que termina y hagan celebrar cada lunes una santa misa en honor del Espíritu Santo para implorar las gracias de Dios para la semana que comienza”. De su madre Arnoldo dice sencillamente “fue una gran amante de la oración”.

El vicario Enrique Ruiter logró que los padres de Arnoldo, entonces con diez años, le enviaran a la escuela media, primero en Goch y después al seminario diocesano en Gaesdonck. Ya entonces sus materias preferidas fueron las matemáticas y las ciencias naturales. En 1855, antes de cumplir los 18 años, superó con éxito el bachillerato en Münster.

Terminado el bachillerato fue a Münster para estudiar teología. Al final del segundo semestre escribe: “Llegado el momento de decidir si estudiar ahora teología o más tarde, mi determinación es totalmente firme: estudiar matemáticas y ciencias naturales dos o tres años más, para así adquirir la habilitación para la enseñanza de estas materias y luego pasar a la teología”. El ingreso en el colegio diocesano le ayuda a ir clarificando su meta. Desea convertirse en profesor de bachillerato, lo que concuerda con el sentir del obispo. Por tanto, con el esmero y seriedad que le caracterizan, a partir del otoño de 1855 estudia matemáticas, ciencias naturales y filosofía, primero en Münster y luego en Bonn. En 1859 obtiene la habilitación para la enseñanza de las mencionadas asignaturas en el bachillerato. Regresa a Münster y en el seminario se entrega de lleno al estudio de la teología. El 15 de agosto de 1861 es ordenado sacerdote.

Durante la época de los estudios la vida de Arnoldo Janssen transcurre sin acontecimientos dignos de destacar. En 1858 en un concurso de matemáticas en la universidad de Bonn, obtiene el primer premio que le será reconocido para el examen de aptitud para la enseñanza. Invita a su anciano padre a la entrega del premio: “Se alegró mucho por el éxito en este trabajo”. La educación y formación recibidas en la casa paterna y en el seminario menor le ayudan a vencer los “peligros de la vida estudiantil”. Lo que escribe al Rector del seminario menor en 1857 podrá parecer a algunos demasiado espiritual: “Mi vida en la universidad es extraordinariamente sencilla y monótona. Cada mañana voy a la iglesia, luego estudio casi hasta las 9; seguidamente por una hermosa avenida voy al colegio a Poppelsdorf y regreso dos horas después. Por la tarde a las 4 hay un seminario donde tenemos controversias o conferencias. No frecuento las cervecerías ni las reuniones de corporaciones de estudiantes; nuestra única diversión en este sentido consiste en un paseo a un pueblo vecino los domingos por la tarde, cuando hace buen tiempo, donde tomamos un café y jugamos una partida a dominó. Con alegría recuerdo al querido Gaesdonck; en medio de la total libertad académica su recuerdo se me hace incluso aún más precioso y querido”.

Arnoldo Janssen, ordenado sacerdote a los 24 años, comenzó en octubre de 1861 su actividad como maestro en la escuela municipal superior de Bocholt que en esa época reiniciaba las actividades escolares. En los primeros años en Bocholt se entrega totalmente a la enseñanza con el esmero y la escrupulosidad que le caracterizan. Se responsabiliza también de la biblioteca de maestros y del laboratorio de física que organiza y amplía con total ejemplaridad. Además colabora en la pastoral en Bocholt.

Arnoldo Janssen estaba habilitado para la docencia de matemáticas y ciencias naturales en todos los cursos de bachillerato, algo no común entre los sacerdotes de la diócesis de Münster. Llama la atención entonces que en sus doce años de enseñanza nunca fuese llamado por ninguna de las escuelas más importantes. Asimismo, nunca fue director o encargado de curso, si bien impartiese con frecuencia la mitad de las clases en los cursos superiores.

Él es el “pequeño Señor”, como le llama la gente en Bocholt. Es delgado y tiene apenas un metro sesenta y cinco de estatura. En la revisión para el servicio militar, fue declarado “inepto por ser demasiado débil de cuerpo y estrecho de pecho”. En general, no destacaba por su figura imponente. A todo esto hay que añadir lo que cuenta el Director de la escuela de Bocholt: “Preparaba sus clases a conciencia, mantenía el laboratorio de física en orden y buen estado, hacía experimentos, corregía con esmero los trabajos escritos. Sin embargo, no sabía ganarse los corazones de sus alumnos, que, sobre todo, rechazaban su manera de castigar”. Por otro lado, Arnoldo Janssen era conocido como hombre de ferviente oración. “El Rector Janssen fue siempre un hombre de oración. Con todo, poco tratable y accesible. Por lo general llegaba tarde a la comida, pues entre clase y comida rezaba el vía crucis”. Un alumno recuerda: “Nosotros, alumnos, sabíamos que pasaba noches enteras en oración. Pero luego sucedía que durante la clase de francés le vencía el sueño y nosotros decíamos: ‘Anoche Janssen no se acostó’. No se cansaba de repetirnos: rezad, rezad siempre mucho. Diariamente se le veía rezar dos veces el vía crucis, antes y después de la comida. Creo que de ahí le venía su espíritu apostólico”.

No es de extrañar, por tanto, que le viniesen serias dudas de estar en el lugar adecuado. Arnoldo Janssen mismo, echando una mirada retrospectiva al tiempo pasado en Bocholt, dice –y con esto nos da una clara idea de su actitud fundamental- “Estando en Bocholt solía pensar ¿por qué precisamente maestro? ¿Por qué no en otro lugar donde puedes hacer mayor bien? Mi obispo, sin embargo, me decía: Usted está dentro del plan de la Providencia divina. Yo no me rompía la cabeza, sino hacía lo que me incumbía. Más tarde, al abrir el seminario misionero me quedó claro que estuve en el lugar exacto y me sirvió de preparación”.

Durante su permanencia en Bocholt Arnoldo Janssen llevó una vida sencilla también en el aspecto material. De su sueldo debía reembolsar los gastos de sus estudios en Bonn y Münster. Luego, desde 1865, tuvo que costear los estudios de su hermano Juan, 16 años más joven que él, que ascendían a más del 10 % de su sueldo. A partir de 1866, se añadieron además los considerables gastos de viajes y publicidad para el Apostolado de la Oración al que dedicaba todo el tiempo que le permitían sus compromisos como maestro y que dio a su vida un inesperado giro.

La oración tuvo en la vida de Arnoldo Janssen una importancia fundamental, tanto al principio por el ejemplo de sus padres como más tarde en el seminario menor y durante sus estudios. También como maestro y sacerdote fue persona de perseverante oración. La oración le permitía ver más allá de sus deficiencias humanas y le daba fuerzas y orientación cuando se trataba de encajar reveses, aceptar incomprensiones, abandonar seguridades y entregarse a algo nuevo. Aquel “no yo, sino el Señor fue…” era el punto crucial de su vida y acción, y no sólo en relación con los éxitos, sino incluso también en la aceptación de los que, según el criterio humano, eran fracasos.

El “Apostolado de la Oración” fue fundado en el sur de Francia en 1844 por un grupo de jesuitas, profesores y estudiantes. Su objetivo era inducir al pueblo sencillo a la oración como escuela y entrenamiento de fe vivida. Los miembros recibían el boletín “Mensajero del divino Corazón de Jesús”. La primera edición del boletín apareció en 1861, poco antes de la ordenación sacerdotal de Arnoldo Janssen. Él se asocia formalmente a este movimiento en abril de 1866. “Arnoldo Janssen es admitido entre los promotores de la veneración del Sagrado Corazón de Jesús y del Apostolado de la Oración” reza el diploma que se le entregó.

Esto, sin embargo, no le bastaba. Él mismo narra: “al celebrarse en 1867 la asamblea general de las asociaciones católicas de Alemania en Innsbruck (Austria) realicé un viaje más largo de vacaciones para ir allí. En esta ocasión conocí al P. Malfatti SJ, Director del Apostolado de la Oración para Alemania y Austria. Éste me pidió asumir la dirección de la Asociación en la diócesis de Münster, y acepté. Ese mismo otoño fui a la tumba del beato Cura de Ars y visité también la exposición industrial en París. A partir de ahí me dediqué con especial atención al Apostolado de la Oración… Desde entonces siempre dediqué fielmente mis vacaciones a la propagación del Apostolado en la diócesis de Münster. También de las autoridades diocesanas obtuve la confirmación en mi cargo de Director Diocesano. Me empeñé especialmente en la difusión de la oración de intercesión y, además, para que también las oraciones ordinarias, como, por ejemplo el rosario, se ofreciese por las intenciones de Jesús. …El Apostolado de la Oración se extendió casi en toda la diócesis de Münster. Son pocos los párrocos que no he visitado con esta finalidad”. La promoción de la oración, que Arnoldo Janssen vivió con perseverancia, lo convirtió en un “apóstol itinerante”. Desde entonces y no bien llegan las vacaciones, viaja continuamente, muchas veces también a pie. Hasta 1873 visita 300 de las 350 parroquias de la diócesis de Münster. En otoño de 1872 escribe a su imprenta en Paderborn: “Durante estas vacaciones viajé cinco semanas para propagar el rezo del santo rosario según el método que figura en la hoja de oraciones u otro que tenga la aprobación correspondiente. Estuve en las diócesis de Colonia, Tréveris, Luxemburgo, Metz, Estrasburgo, en la Suiza alemana, Ausburgo, Munich, Salzburgo, Passau, Regensburg, Maguncia, etc.”

Este peregrinar de parroquia en parroquia puso la base de una nueva actividad de Arnoldo Janssen, la que irá madurando en el ámbito de su entrega al Apostolado de la Oración: su actividad literaria y periodística. Poco después de ser admitido en el Apostolado de la Oración, publicó en Düsseldorf un folleto titulado “Asociación del Apostolado de la Oración para el ejercicio de la oración de intercesión al amabilísimo Corazón de nuestro Salvador Jesucristo”. El folleto se publicó al mismo tiempo en el Sur de Alemania y en Austria. Envió también un ejemplar a su familia y escribe: “Hacía tiempo que os quería escribir, pero siempre fui postergándolo… Leed y rezad asiduamente según el querido librito. Y leed y rezad de nuevo hasta que comprendáis todo bien”. Un año más tarde sacó una nueva edición (15.000), esta vez con el título: “Folleto-admisión del Apostolado de la Oración y de la Fraternidad del amabilísimo Corazón de nuestro Salvador Jesucristo”. Hasta 1880 aparecieron otras cuatro ediciones con un total de 90.000 ejemplares. Además publicó una serie de pequeños escritos y oraciones entre los que cabe destacar una introducción al rezo de Rosario que tuvo buena acogida y difusión.

La idea fundamental de Arnoldo Janssen fue siempre esta: Por el rezo de las oraciones comunes, como el Rosario, la persona adquiere una actitud orante, de tal manera que, a través de las grandes y pequeñas vicisitudes de la vida y de la Iglesia, entra en diálogo con Dios y recibe de Él orientación para hallar el recto camino de encuentro con el prójimo. Es comprensible que Arnoldo Janssen, en estos escritos se exprese con el lenguaje y teología de su tiempo. Por ejemplo, la “devoción al Sagrado Corazón de Jesús”, entonces muy en boga, lo lleva cada vez con mayor fuerza, a la reflexión sobre la Santísima Trinidad. Su gran preocupación por aquel tiempo –muy acorde con su época- era la “vuelta de los pueblos separados en la fe” que él considera –adelantándose mucho a su tiempo- fruto de la acción y de la gracia de Dios que nosotros debemos impetrar con humildad.

En septiembre de 1869 Arnoldo Janssen participa en la Asamblea General de Asociaciones Católicas (Katholikentag) en Düsseldorf. Como Director del Apostolado de la Oración de la diócesis de Münster, propone que el Apostolado de la Oración se recomiende a todos los católicos de Alemania, lo cual es aceptado por unanimidad, debido sin duda a su empeño personal y periodístico. La feliz noticia se comunicó en la revista del Apostolado de la Oración: “El Apostolado de la Oración, por recomendación de la Asamblea General, sale al gran público dejando las moradas internas de la ascesis a que se vio limitado en muchas regiones”. Esto vale naturalmente también para la vida del mismo Arnoldo Janssen. A partir de este momento se nos revela un Arnoldo Janssen distinto. Quien en la escuela de Bocholt era reconocido como “un hombre de oración, si bien poco tratable y accesible”, que hablaba solamente en las aulas y de vez en cuando en iglesias medianas, se ha convertido en una persona de gran actividad y que sabe presentar sus inquietudes en público. Si antes no era capaz de comunicarse con los otros, ahora no tiene dificultades para golpear a la puerta de las parroquias y ganar adeptos para el Apostolado de la Oración; no se siente cohibido al presentar sus ideas y proyectos ante obispos y autoridades. Sus largos viajes, sus múltiples contactos y encuentros, han ampliado su visión y lo han proyectado a él mismo mucho más allá del limitado horizonte de Bocholt.

Se puede comprender que la situación personal de Arnoldo Janssen en estos años era bastante complicada: por una parte, su vida limitada y pautada, tal vez hasta frustrante, como maestro de matemáticas no demasiado dotado ni reconocido; por la otra, el desafío sentido, el impulso y la fuerte motivación de su vida al servicio del Apostolado de la Oración. Por un lado la seguridad de su puesto como maestro, que evidentemente no le satisface. Por el otro, la inseguridad de su existencia al servicio de un cometido que percibe, cada vez más, como “lo suyo”.

La decisión provocó en 1873 un conflicto con el consejo de administración de la escuela en Bocholt. El motivo fue una estatua de la Virgen María que Arnoldo había adquirido en 1868 y que deseaba colocar en el salón de la escuela. La escuela ciertamente era católica, pero también habían alumnos protestantes y judíos. De este modo se produjo un tira y afloja entre la dirección de la escuela y Janssen en relación con la colocación de la estatua de María. En este contexto, pide en 1870 al obispo de Münster que lo libere del compromiso con la escuela para poder dedicarse enteramente a trabajos pastorales. El obispo rechaza. Sin embargo, accede en 1873. Mientras tanto se desencadenó con toda su fuerza el “Kulturkampf”. Bajo el nuevo imperio alemán, de dominio prusiano, a finales de 1871 se limitan drásticamente las actividades de la Iglesia católica en las escuelas. Definitivamente no hay lugar para la estatua de María. Arnoldo Janssen permaneció firme en su deseo hasta que presenta su renuncia en marzo de 1873.

Arnoldo Janssen siguió en su cargo docente hasta el final del año escolar 1872-73. A los 36 años es un hombre libre de compromisos e inicia una nueva etapa en su vida. En octubre de 1873 se compromete como capellán de las Ursulinas de Kempis, que atienden una residencia de ancianos. Este compromiso, sin embargo, le deja suficiente libertad como para dedicarse con mayor empeño al Apostolado de la Oración. Así describe sus sentimientos en julio de 1873: “Estaría dispuesto a asumir aún mayores compromisos, incluso, a dedicar todas mis fuerzas y talentos a esta santa causa; hasta mi vida pondría a disposición, con tal de conseguir que el buen Dios, tres veces santo, derramase más copiosamente sobre la tierra el espíritu de gracia y de oración”. En este tiempo trata de hacer realidad la idea que nació en Bocholt: “publicar una revista mensual de carácter popular para promover la oración y la participación en las grandes aspiraciones del divino Salvador, ante todo en la propagación de la fe”. Con la entrega y meticulosidad que le eran propias, puso manos a la obra. Dos actividades de su vida le fueron de gran utilidad para tal fin: su experiencia periodística, y los muchos contactos y relaciones conseguidos a través de su trabajo en favor del Apostolado de la Oración, que le ayudan para la distribución de la revista. En enero de 1874 aparece el primer número de su revista “Pequeño Mensajero del Corazón de Jesús”. El nombre de la revista lo tomó del boletín del Apostolado de la Oración añadiéndole el calificativo de “Pequeño”. Para financiar la publicación, Arnoldo Janssen echó mano a sus ahorros. Así describe la finalidad de la revista: “La finalidad principal de la revista, si bien no la única, es informar de manera comprensible y entusiasta sobre las misiones católicas tanto del interior como del exterior. Desde los primeros números, sin embargo, quedó claro que se trataba de una revista dedicada ante todo, a las “Misiones en el exterior” designadas entonces, como es natural, “Misión entre paganos”. El número de junio de 1874 trae por primera vez en la portada la frase que para Arnoldo Janssen se convertirá en programática: “Viva el Corazón Divino de Jesús en nuestros corazones”.

Una noticia periodística de mayo de 1874 hace que Arnoldo Janssen agudice el oído. Mons. Giovanni T. Raimondi, Prefecto Apostólico de Hong Kong visita al Dr. von Essen, párroco de Neuwerk. Así describe Janssen la entrevista: “Fui a verle para informarme algo más sobre las misiones, etc. Era mi intención despertar y promover el interés por las misiones a través del Mensajero del Corazón de Jesús. Le expresé mi pesar por la falta de un seminario de misiones para la formación de misioneros en Alemania, mientras que Francia, Italia, Bélgica e incluso Inglaterra lo tenían, donde el catolicismo florecía poco, mientras que en Alemania era tan vivo. Yo mismo no podré ir a las misiones, soy demasiado viejo. ‘Tampoco es necesario’, respondió Mons. Raimondi, ‘debe haber también sacerdotes en Alemania que trabajen por la causa. Pensaba solamente en ponerme a disposición de quien iniciara una obra tal y dedicarle todas mis cualidades. Visité una segunda vez a Mons. Raimondi y nuestra conversación versó sobre el mismo tema. Al final dijo Mons. Raimondi, si no hay otro sacerdote alemán que quiera tomar el asunto en sus manos y al que yo pudiera asociarme, que yo mismo, confiando en la ayuda de arriba, iniciara la obra y que a tal fin me pusiese en contacto con el Señor párroco Dr. von Essen. Nunca me había pasado por la mente iniciar yo mismo una tal obra, y rechacé totalmente esa osadía, ya que no me consideraba capaz. Mons. Raimondi me visitó más tarde en Kempis y me insistió aún más a poner manos a la obra. Yo, como anteriormente, me resistí; pero creí oportuno llevar el proyecto a la opinión pública mediante el Mensajero del Corazón de Jesús y despertar así el interés por el mismo”.

Arnoldo Janssen en los siguientes meses, además de su actividad como redactor del Pequeño Mensajero del Corazón de Jesús y capellán de las Ursulinas en Kempis, será un caminante infatigable; o bien, estará ocupado día y noche con la correspondencia. Como es propio en él, emprende la acción con intrepidez, con todos sus medios, aptitudes y relaciones. Al mismo tiempo se entrega a la búsqueda de una casa apropiada y de los medios y colaboradores y a idear la estructura interna de la casa misionera y la formación de los futuros misioneros. Sucesivamente (y después de largos viajes) obtiene los permisos y recomendaciones de los Obispos holandeses, alemanes y austriacos, consulta con otras casas misioneras y congregaciones dentro o fuera del país: (Benedictinos de Beuron; Misioneros Picpus; Congregación misionera Scheutvelder; Mill Hill-Londres).

El entusiasmo de Arnoldo Janssen, sin embargo, es compartido por muy pocos. Reconocen que la idea es buena, pero no ven en Arnoldo Janssen la persona adecuada para realizarla con éxito. Cómo se pensaba y hablaba del plan y proyectos, lo refleja la frase sarcástica dicha, al parecer, por el vicario Fugmann en Kempis, a Arnoldo Janssen: “Sí, hazlo, tienes capacidad para ello: primero tienes la necesaria testarudez; segundo la necesaria piedad; tercero eres lo suficiente impráctico”. Se dice que el Obispo Paredis de Roermond (diócesis a la que pertenece Steyl) hizo este comentario ante la pretensión de Janssen: “Me ha visitado el P. Janssen, Rector de las Ursulinas en Kempis. Quiere fundar una casa misionera. ¡Imagínese! Y no tiene nada. O está loco o es un santo”. Significativa también la reacción del Arzobispo Melchers de Colonia. Cuando Arnoldo Janssen le “presentó su proyecto de abrir una casa para las misiones extranjeras, su Excelencia le miró muy serio y dijo: ‘vivimos en una época donde todo se tambalea y parece hundirse y ¿usted se presenta deseando comenzar algo nuevo?’ ‘Vivimos, ciertamente, en una época donde muchas cosas se hunden y, por lo tanto, otras nuevas deber surgir’” fue la sabia respuesta del P. Janssen.

Por la noche, después de la primera visita, el obispo dijo a los que le rodeaban: “Hoy estuvo conmigo el P. Janssen. Quiere fundar una casa para misioneros. Desea convertir a los paganos. Aquí en Colonia hay suficientes paganos, esos debe convertir en primer lugar”. En una carta describe Arnoldo Janssen, con palabras impresionante, su estado de ánimo en esos meses: “También yo tuve mi período de duras luchas en que me sentía como si debiera dejarme crucificar. A esto hay que añadir tribulaciones corporales y diversas adversidades. Sin embargo, si desistía se me hacía que actuaba contra la santa voluntad de Dios. Por eso me mantuve firme, continué trabajando y no dudo que el buen Dios quiere la obra y que Él es el verdadero autor y se digna solamente usar nuestras pobres fuerzas para tal fin”.

Se va adelante con tenacidad. Algunos donativos sustanciosos hicieron posible la compra en Steyl, Holanda, de una taberna abandonada y venida a menos, con su terreno. En esa época no se podía ni pensar en la fundación en Alemania de una casa religiosa debido al Kulturkampf. Arnoldo Janssen firmó el contrato de compra el 16 de junio de 1875, una fecha muy simbólica para él. Ese día se celebraba solemnemente en toda la Iglesia católica el bicentenario de las apariciones del Corazón de Jesús a María Alacoque. Varios Obispos y numerosos fieles, con sus iglesias, se consagran al Corazón de Jesús. Arnoldo Janssen narra: Se decidió declarar también esa fecha como el día de la fundación de la nueva comunidad misionera todavía por fundar. […] Habíamos decidido comunitariamente que cada uno de nosotros, allí donde se encontrase, se consagrase ese día en forma privada al Sagrado Corazón de Jesús por la causa de la casa misionera. Lo hicimos todos. Por la tarde del mismo día, pensando en la casa de misiones, fui a Steyl, cerca de Venlo, para concretar definitivamente la compra, planificada con anterioridad.”

En aquel entonces la “Comunidad” la componían Arnoldo Janssen y los tres únicos interesados hasta el momento en la casa de misiones: el Párroco Peter Bill en Luxemburgo, Juan Bautista Anzer, seminarista de Ratisbona y Francisco Javier Reichart, seminarista de Vorarlberg que estudiaba en Lovaina. Este último, por consejo de su confesor, no participó en la consagración…

Arnoldo Janssen describe así este día memorable a sus lectores en el número de agosto del Mensajero del Corazón de Jesús: “La casa de misiones nunca olvidará este su origen. Y si por su finalidad está dedicada a trabajar por el cumplimiento de las gloriosas intenciones del Sagrado Corazón de Jesús, por su origen debe empeñarse más aún en expresar dicha finalidad más claramente invocando al Sagrado Corazón de Jesús y en prueba de esto establece como su lema y divisa la siguiente hermosa expresión: Vivat Cor Jesu in cordibus hominum! ¡Viva el Corazón de Jesús en los corazones de los hombres! Así sea, Amén.”

Además de esta base espiritual, Arnoldo Janssen trata incansablemente de hallar la estructura interna para la “casa misionera”. A principios de febrero de 1875 –es decir, sólo un par de meses después de tomar la decisión de llevar adelante él mismo el proyecto y todavía antes de que se presentaran interesados- escribe una carta a la Congregación de Propaganda Fide en Roma, en la que expone su plan de abrir una escuela apostólica para misioneros. En ella aparece claramente que su pensamiento va mucho más allá de la idea común de una “casa misionera alemana”. “Creo que no podemos prescindir del fundamento de una congregación religiosa”. Más adelante dice: “Desearía, por tanto, que el centro de esta institución estuviese, en cuanto posible, en Roma”. Sin tener todavía algo concreto, abandona la idea, entonces corriente, de Institutos “nacionales” de Misiones. Evidentemente tiene ante sí la visión de una comunidad religiosa “internacional” con firmes lazos de unión y que trasciende el mundo de habla alemana.

A mediados de julio de 1875 Enrique Erlemann se instala en la deteriorada taberna en Steyl como su primer habitante. El carpintero y primer “alumno misionero” de Arnoldo Janssen, se ocupa durante los primeros días en el arreglo y acondicionamiento de la casa. Seguidamente llega Francisco Javier Reichart. El 5 de agosto de 1875 Arnoldo Janssen, el párroco Bill y Francisco Reichart se reúnen por primera vez en Steyl como comunidad inicial. Se estudian tres puntos: los futuros estatutos de la casa, el borrador de una carta a aquellos Obispos de quienes todavía no se había solicitado el apoyo y la elección de un Rector provisional. Se fija el 8 de septiembre de 1875 como fecha de inauguración.

El 27 de agosto Arnoldo Janssen deja a las Ursulinas de Kempis y se traslada a Steyl. Con él llega también su hermano Junípero, proveniente de un convento de los capuchinos que había sido suprimido. Fue de gran ayuda para Arnoldo durante los siguientes años.

El 8 de septiembre, durante la eucaristía de inauguración, Arnoldo Janssen dijo en su sermón: “Sólo Dios sabe si de este inicio resultará algo. Agradezcamos, en primer lugar, al dador de todo bien por el apoyo que nos ha dado para este comienzo y esperemos que el mismo prospere. La pequeñez de este comienzo no nos debe desalentar. También el árbol más imponente es al principio una pequeña semilla y el gigante más fuerte un débil niño llorón. Somos conscientes que con los elementos que actualmente disponemos, no nos será posible cumplir con nuestra tarea, pero esperamos que el buen Dios nos otorgue cuanto necesitamos. Que Dios haga con nosotros lo que le agrade. Si de nuestra casa resulta algo bueno, lo consideraremos gracia de Dios, si fracasa nos golpearemos humildemente el pecho y confesaremos que no fuimos dignos de su gracia. Ciertamente no sería bueno que nuestros esfuerzos fracasaran. Quién sabe si se intentaría una segunda vez. Por lo tanto, a cada uno de los aquí reunidos se dirige esta exhortación: ¿Qué podemos hacer? Primero, oración: Pedid al Señor de la mies. Segundo, sacrificio”.

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