Nació en Amiens (Francia) el 21 de octubre de 1621. En el colegio de San Nicolás, de los jesuitas, su espíritu despierto se interesa por todo: letras, ciencias, artes técnicas y mecánicas. A los 20 años llama a las puertas de los Mínimos, porque quiere pasar horas de oración y darse a los más pequeños y humildes.
En 1657 cae enfermo. Los superiores le envían a su natal Amiens. El sabio profesor de teología, el famoso consejero espiritual, se convierte en el humilde sacristán del convento. Recuperada la salud dos años después, es nombrado superior del convento de Rouen. En las calles de esta ciudad le impacta la miseria de los niños y de los jóvenes, de quienes nadie se ocupa. Reúne a algunas mujeres dispuestas a dedicarse a enseñar a leer, contar y escribir a quienes no pueden acceder a la instrucción escolar.
El P. Barré les propone un ideal más: enseñen a los niños a “conocer y amar a Jesucristo”. En 1662 se abre la primera escuela. Hacia 1669 invita a sus colaboradoras a agruparse en comunidad y a “contentarse con lo necesario y aun escasamente”. Nace el Instituto del Niño Jesús. El trabajo, los ayunos y las preocupaciones minaron su salud. El 31 de mayo de 1686 entraba para siempre en el gozo de la luz, dejando a los suyos un mensaje de confianza: “Pase lo que pase, estad siempre en paz y confiad en Dios”. Fue beatificado por Juan Pablo II el 7 de marzo de 1999.