Nació en Oudenbosch –Brabante de los Países Bajos– el 21 de abril de 1877. Muerto su padre, creció bajo los cuidados de su madre, de una hermana mayor que él y de una tía. Este entorno femenino, dirá años más tarde, le capacitaron para tener un especial valoración y compresión de la mujer. En 1895 ingresó en la Compañía de Jesús, Fue ordenado sacerdote en 1910. Ya para entonces sobresalía como experto en Lenguas clásicas y germánicas.
De carácter exuberante, supo armonizar cualidades muy opuestas. Al fundarse la universidad católica de Nimega (1923), fue nombrado profesar de filología indogermánica comparada y de legua y literatura holandesa. La señora Nijhoff, católica que había pertenecido al “Ejercito de Salvación”, le hizo ver que debería interesarse más por el “pueblo común” y por los niños de la calle. Jacques funda Betania (Vrouwen van Bethanie), formada por dos grupos: María-contemplativa y Marta-activa, mujeres dedicadas a llegar allí donde el sacerdote no tenía acceso, en un país ya muy secularizado. Con una misión ya no sólo de caridad y como ayudantes del sacerdote, sino propia y comprometida en la Iglesia. Cuando estaba a punto de nacer esta obra, fallece la joven de Leiden que iba a ser su primera animadora. Le prometió al morir enviar desde el cielo cinco sustitutas, lo que cumplió en el plazo de pocos meses.
En 1919 un pequeño grupo de Mujeres de Betania inició su andadura en Bloemendaal, cerca de Haarlem. El 8 de Diciembre del mismo año el Obispo de Haarlem, Mns. A. J. Callier, aprobó los Estatutos. Su labor se orientó hacia actividades extraescolares para niños de barrios obreros descristianizados; más tarde se dirigió también hacia los jóvenes y adultos y organizó catecumenados y centros ecuménicos.
El diálogo ecuménico y la apertura expansiva y creativa del catolicismo hay que apuntarlo también en el “haber” del P. Jacques, que murió el 20 de noviembre de 1944.