(itvr.org.-) Aunque las clases comenzaron ya el lunes, en la tarde del jueves 24 de septiembre se celebró la inauguración del Curso Académico 2020/2021 en el Instituto Teológico de Vida Religiosa y la Escuela "Regina Apostolorum" de Madrid. Se abre un nuevo curso, marcado sin duda por la pandemia de COVID19 en el que el Instituto de Vida Religiosa, regentado por los Misioneros Claretianos, cumple sus bodas de oro. Cincuenta años llenos de vida continua, al servicio de la formación y de la reflexión teológica sobre la vida consagrada. El cardenal claretiano Aquilino Bocos presidió un año más la concelebración de la Eucaristía, en la que le acompañaron en el altar el P. Adolfo Lamata, Vicario provincial, en representación del Superior provincial de la provincia claretiana de Santiago y del P. General que preside este centro, así como otras autoridades académicas: el decano del Instituto Juan Pablo II, P. Manuel J. Arroba, el anterior director del ITVR, P. Carlos Martínez Oliveras, el director de la ERA, P. Pablo Largo y el nuevo director (todavía en funciones) del ITVR, P. Antonio Bellella. Concelebraron también otros profesores y alumnos sacerdotes del centro. Durante la homilía, el P. Lamata invitó a los presentes a no dejarse “asfixiar ni aplastar por las calamidades que estamos viviendo por la pandemia, ni por nuestros propios límites, nuestros errores, nuestro pecado”. “Que encontremos espacio para encender el corazón”, insistió. Igualmente exhortó a todos a, más allá de lo docente, “ampliar la mirada y buscar nuevos lenguajes para que el mensaje de Jesús llegue al mayor número de personas”. “El Espíritu Santo, al que invocamos en esta Eucaristía, nos ayude a hacer memoria del Maestro”, concluyó.
El acto académico continuó con las intervenciones programadas y asistió un nutrido número de alumnos, así como otros amigos religiosos y religiosas, que llenaban el templo de la Parroquia del Corazón de María de la calle Ferraz. Para mantener los aforos pertinentes, tanto la Eucaristía como el resto del acto académico se celebró en el propio templo.
El secretario del Instituto y de la Escuela, el Prof. Emeterio Chaparro, leyó la Memoria Académica del pasado curso 2019/20, constatando las múltiples actividades desarrolladas al servicio de la vida consagrada. Cursos, seminarios y conferencias por las que pasaron más de mil consagrados de muy distintos puntos del globo. Del mismo modo, el crecimiento de la biblioteca del ITVR supera ya los 69.000 títulos, a los que se suman casi 19.000 volúmenes de revistas accesibles para los estudiantes, profesores e investigadores especializados.
Leída la memoria académica, el P. Adolfo Lamata saludó en nombre del Presidente del ITVR, el P. General de los Misioneros Claretianos, Mathew Vattamattam y leyó, en nombre del decano de la Facultad de Teología de la Univ. Pontif. de Salamanca, D. Francisco García, un mensaje dirigido al centro en el que invitaba al alumnado y a los docentes a “vivir con seriedad y profundidad el estudio, aun en medio de la dificultad de la pandemia o, precisamente -insistió el decano- por todo lo que está sucediendo”.
El acto continuó con la lección inaugural. Este curso, la Lectio fue dictada por la Prof. Rosa Ruiz, misionera claretiana, bajo el título: Y la salud, naciendo de la herida. Elegir la vida: camino y signos de crecimiento espiritual. La profesora hizo una brillante exposición sobre lo que significa comprender la salvación que nos trae Jesucristo como salud integral. De la mano del episodio evangélico de la hemorroísa y de Ireneo de Lyon, uno de los grandes Padres de la Iglesia de los primeros siglos, los oyentes fueron inrtoducidos en esta importante cuestión que enfoca la visión de la salvación no tanto en la herida o en el pecado, sino en la salud. “En tus heridas, está tu salvación”. Al igual que la valiente hemorroísa acude a Jesús, podríamos decir que reconocer la enfermedad o enfermedades (también en el ámbito de la vida consagrada) es un paso necesario para caminar hacia un futuro abierto hacia una salud o sanación integral y fecunda que ha de entenderse siempre como proceso, como camino de humanización y de divinización. La ponente destacó que San Ireneo nos insiste en que somos como barro modelado por el creador, que vamos tomando la forma divina si nos dejamos. Como barro en manos del alfarero, a los creyentes (a las personas consagradas) nos corresponde permitir que el Artista (Dios) nos modele. La profesora, especialista en el pensamiento de Ireneo de Lyon, refirió cómo este Padre de la Iglesia nos invita en sus escritos a poner lo nuestro, lo que nos corresponde, y que es, sobre todo, “no perder la humedad” necesaria para que el alfarero pueda modelarnos. Una bella imagen de Ireneo para describir esa gran verdad de la antropología cristiana que nos invita a comprender y “no olvidar nunca” que somos criaturas y Dios es el creador. Él es el protagonista, quien puede ir haciendo en nosotros una gran obra… si nos dejamos.
Finalizó el acto con las palabras del nuevo Director, el P. Antonio Bellella Cardiel, invitando a la comunidad educativa del ITVR-ERA a vivir este curso con alegría en medio de las dificultades y a prepararse para la misión eclesial presente o futura dejándonos enriquecer reciprocamente desde la propia variedad y riqueza de profesorado y alumnado del centro. “Somos herederos de un pasado -resaltó el nuevo director- y estamos comprometidos con el futuro. Sigamos buscando con pasión y con creatividad las respuestas que la vida consagrada necesita hoy. Hagámoslo desde el rigor intelectual y desde el calor y la vida real”. El vibrante discurso del P. Bellella finalizó apuntando a los retos y temas principales que el ITVR quiere abordar este año jubilar que, por razones de fuerza mayor debido a la pandemia, se celebrará quizá de forma más austera o diferente, aunque no con menos creatividad y empeño. Agradecido por el legado recibido, asume con alegría el desafío de seguir adelante con la labor en esta nueva etapa.
El acto académico finalizó con las preceptivas palabras de la actual Rectora de la Univ. Pontificia de Salamanca, pronunciadas en su nombre por el P. Lamata. Un nuevo curso lleno de ilusiones y desafíos daba comienzo en el ITVR-ERA de Madrid.