(fuente: Claretianos.es) En la tarde del jueves 30 de septiembre, alumnos, profesores e invitados se congregaron en el Santuario del Corazón de María de la madrileña calle Ferraz con ocasión de la inauguración del Curso Académico 2021-2022 en el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) y la Escuela Regina Apostolorum (ERA). Se abría así un nuevo ciclo después del anterior curso tan extraño que vivimos. Un año, el anterior, en el que confluyeron iniciativas que creativamente fueron acercando el estudio y la formación a un buen número de consagrados con la alegría de haber hecho memoria del medio siglo de camino de tantos claretianos que nos precedieron en estas instituciones, de su trabajo de los fecundos y buenos frutos que gracias a su labor académica se han ido diseminando en todo este tiempo por varias naciones del mundo.
Comenzó la tarde con la Misa del Espíritu Santo presidida por el P. Pedro Belderrain, cmf, profesor del ITVR durante los últimos veinticuatro años y recientemente nombrado, en el XXVI Capítulo General de la Congregación, prefecto de apostolado de los Misioneros Claretianos. “Iniciamos hoy nuestro camino bajo la intercesión de un creyente profundo y sólido, san Jerónimo, que nos recuerda el papel imprescindible que en nuestra vida y en nuestra misión de formación y estudio juega la Palabra de Dios”, comenzó en su homilía el P. Pedro que en los últimos cinco años participó de estos solemnes actos de inauguración de curso académico como superior mayor de la Provincia de Santiago. A renglón seguido, animaba a implicarse en el aprendizaje “también desde el componente académico, el estudio”, como parte importantísima en la que ahondar para una mejor formación. “El estudio, la investigación, la profundización en la fe son también ejercicio de la caridad y de servicio; medios que intentan dar gloria a Dios y abrir puertas al cielo nuevo y a la tierra nueva, a servir a los pobres”, expresó. Después de la Misa de inauguración del curso, se desarrolló el resto del programa del acto académico. Por primera vez como nuevo superior mayor de esta provincia misionera tomó la palabra el P. Adolfo Lamata, cmf, para compartir sus mejores deseos para este curso. El P. Adolfo quiso traer a la memoria de todos los asistentes al acto las palabras que el papa Francisco dirigió a los claretianos reunidos en el XXVI Capítulo General el pasado mes de agosto, cuando antes de finalizar la audiencia con ellos agradeció expresamente “todo el trabajo apostólico y toda la reflexión sobre la vida consagrada que han llevado a cabo en estos años. Continúen, y que el Espíritu los guíe en esta noble tarea”.
Al servicio de la vida consagrada
Seguidamente, leyó la memoria como nueva secretaria del Instituto y de la Escuela la religiosa Laura Zamora, constatando las múltiples actividades al servicio de la vida consagrada. “Si hablamos del desarrollo general del curso, no ha habido que lamentar, gracias a Dios, ningún caso que derivado del virus covid-19 se haya complicado especialmente entre nuestros alumnos o profesores”, inició. “Aunque por las circunstancias especiales de posibles confinamientos el ITVR adaptó sus aulas para cumplir con las medidas de seguridad e instaló en ellas cámaras web”. La lectura de la memoria también dio cuenta de la formación que a través de internet se ofreció a consagrados del mundo entero, y así, entre un buen número de jornadas y seminarios destacó la importancia de la Semana Nacional de Vida Consagrada, que fue seguida por más de dos mil religiosos de diversos continentes. Por otra parte ha habido conferencias y coloquios en modalidad online y retransmitidos en abierto que estuvieron organizados junto a otras instituciones de la Iglesia española, como la Conferencia Española de Religiosos o la Conferencia Episcopal. Del mismo modo es reseñable el acuerdo que el ITVR mantiene con la Universidad Pontificia Gregoriana a propósito del curso de protección de menores coordinado el P. Carlos Martínez Oliveras, cmf, y que tiene una duración de dos años y cuenta con profesores y conferenciantes de entre los mayores expertos en su campo.
Por su parte, la Escuela Regina Apostolorum ha desarrollado en el anterior año académico las actividades que le son propias, es decir, el aula de religiosos, el aula de internoviciado y diversas conferencias y cursos dentro del aula de formadores.
Las publicaciones de los profesores suman más de varias docenas de artículos y el crecimiento de la biblioteca especializada del ITVR, ronda ya los 71.000 títulos, a los que se suman cerca de 19.000 volúmenes de revistas encuadernadas y accesibles para los estudiantes, profesores e investigadores.
A continuación, llegó el turno de la lección inaugural que corrió a cargo del Prof. Dr. Francisco García Martínez, decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, impartida bajo el título "La mistagogía de Jesús. Saber y sabor de Dios". Una brillante disertación que tuvo como núcleo fundamental la historia concreta de Jesús, convertida en lugar de iniciación a la vida de Dios sin dejar de ser una iniciación a la vida humana. Así, apuntó el experto que “la mistagogía cristiana, la que deriva de la encarnación de Dios, no tiene que ver con una experiencia intelectual, sino que se trata más bien de una experiencia carnal. Es decir, la mistagogía no es sino el camino que el hombre debe recorrer para que Dios mismo se encarne en él y así le haga participar de su propia vida”. “Es únicamente así como se conoce a Dios”, concluía el intelectual. “Este camino mistagógico es permanente en el creyente, y el itinerario corporal de la mistagogía muestra que solo alcanzamos el conocimiento último de Dios en la resurrección de la carne, al participar esta, transfigurada, del mismo ser de Dios”. “Al final de este camino, conoceremos como somos conocidos”, finalizó.
Lazos más afianzados
Para poner punto final a este encuentro, el P. Antonio Bellella, director del Instituto de Vida Consagrada pronunció un hermoso discurso que comenzó proponiendo un sencillo ejercicio, “el poner de manifiesto lo que ha quedado después del difícil curso 2020-2021 y al mismo tiempo señalar lo que ha pasado ya, dejando su huella en forma de lecciones aprendidas y de experiencia ganada”. Y así, lo primero que quiso subrayar es que “nuestra comunidad académica ha crecido en medio de la adversidad, afianzando los lazos que le constituyen como ámbito de encuentro, como espacio de trabajo intelectual y como foro de reflexión compartida”. Por otra parte, en el curso pasado, y en todos los que le precedieron, “se genera un flujo de interacción recíproca entre enseñanza y aprendizaje que viene motivado por los estudiantes, y en concreto, por su deseo personal de aprender. Ellos renuevan y motivan la voluntad de enseñar de cada profesor, afianzado así una corriente que enriquece sin cesar nuestra experiencia como instituto, reclamando la capacidad de responder a las nuevas interpelaciones”. Entre ella, el religioso claretiano señaló la interculturalidad, la intercongregacionalidad y la catolicidad, entendida como esa apertura consciente a la universalidad que caracteriza la universidad; con la conciencia de entender que “todo está en todo”, y que la interrelación reconfigura nuestras vidas.
Por último, el doctor en Historia de la Iglesia, expresó el desafío que a buen seguro espera este año a la institución académica que él dirige, y es “un reto teológico”. “El curso que iniciamos está llamado tanto a profundizar en algunos aspectos que forman parte de nuestro ‘inventario’ habitual, como a despertar la sensibilidad de los consagrados ante la nueva sensibilidad eclesial y social que paulatinamente gana espacio, a saber, en primer ´termino, en qué medida podemos contribuir a la comunión eclesial, -y para ello nos apoyaremos en el próximo sínodo, que en este sentido nos brinda una oportunidad de oro-, y en segundo lugar, dar razón de nuestra esperanza”.