“Esta 53ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada se suma a sus predecesoras en la pretensión de ser un eslabón cualificado de una larga cadena de encuentros significativos, de búsquedas y reflexiones conjuntas, de escuchas mutuas, de discernimientos compartidos, de inquietudes hechas balbuceo, palabra y celebración, de gestos llenos de la Vida con mayúscula que, en estos días de Pascua, sentimos con más intensidad”. Con estas palabras, ante el auditorio del Espacio Maldonado lleno hasta la bandera, iniciaba su alocución el P. Antonio Bellella, director de estas jornadas. “Somos protagonistas de este momento y, por ello, damos sencillamente gracias”, añadió el profesor que, a renglón seguido, dirigiéndose a los cerca de dos mil consagrados que están siguiendo esta edición tanto en modo presencial como telemáticamente, pasó a presentar a las personalidades que en ese momento inauguraron este primer día con sus palabras y saludos institucionales.
La urgencia de testimoniar la comunión y la fraternidad
Así, desde el centro de la mesa, el Card. Aquilino Bocos abordó el tema que vertebran estas jornadas de formación permanente -la comunión y la fraternidad-, con unas palabras que interpelaron directamente a la vida consagrada, constatando que esta “siente la urgencia de testimoniar la comunión, la fraternidad, la solidaridad y la paz”. Es más, los consagrados “saben, como decía Bonhoeffer, que sólo se aporta desde la diferencia. Ser distintos no significa ser opuestos”.
“Estamos llamados a ser ‘expertos en comunión’ y a ofrecer a este mundo tenso y dividido, en el que vivimos, un testimonio inequívoco de fraternidad. Es nuestra mejor contribución a la sinodalidad en la Iglesia y a la paz en todos los pueblos”, exhortaba el prelado.
Finalmente, el P. Bocos, fundador de estas Semanas Nacionales que organiza esta casa desde hace cincuenta y tres años, añadió que “la comunión nos hace fecundos. Posiblemente el reto más desafiante para la vida consagrada sea hoy la generatividad o, lo que es lo mismo: el saber recibir y transmitir la riqueza de los carismas fundacionales, que son dones del Espíritu”. Del mismo modo, “no olvidemos el determinante valor de la ejemplaridad, es decir, el testimonio recibido de las primeras comunidades animadas por el espíritu de las Fundadoras y Fundadores”, concluyó.
Misterio de comunión
“Sabemos que la Iglesia es esencialmente misterio de comunión”, comenzó recalcando el superior mayor de los Claretianos de la provincia de Santiago, el P. Adolfo Lamata. “Y la comunión no se hace con prisas, también necesita su tiempo de cocción, porque la comunión, sobre todo, se recibe de aquel que la tiene y la vive plenamente, Dios Padre, Dios hijo y Espíritu Santo”.
“Buena parte de la historia de nuestra Congregación, -proseguía nuestro padre provincial- que este año celebra 175 años desde su fundación, ha estado cerca de las comunidades de vida consagrada, con el deseo de estar a su lado mediante el acompañamiento espiritual, la iluminación doctrinal, asesoramiento jurídico y, de un modo especial tras el Concilio Vaticano II, con la fundación de los Institutos de vida Consagrada como este de Madrid”.
“Quiero agradecer en mi nombre -proseguía el P. Lamata- y en el nombre del P. Mathew Vattamattam, superior general de los Misioneros Claretianos y presidente del Instituto Teológico de Vida Religiosa, a los muchos ponentes que nos van a enriquecer con su pensamiento y nos van a acercar a la tarea, siempre necesaria, de construir comunión y generar fraternidad”.
Sobre esta misma idea pivotó el saludo que remitió desde Roma la Hna. Sor Simona Brambilla, secretaria de la DIVCSVA, y que leyó la Hna. Laura Zamora, secretaria de esta casa. “La comunión auténtica es fundamento sobre el cual nace y se desarrolla la fraternidad”. “Es en la unión de nuestros corazones y en la aceptación mutua donde encontramos la fuerza y la belleza de la vida consagrada”, aseveró.
“Juntos en la misma barca”
Por su parte, la Hna. María José Tuñón, religiosa de las Esclavas del Sagrado Corazón y directora de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, invitó a todos los asistentes a aprovechar estas jornadas para reflexionar en torno a estas dos urgencias, la comunión y la fraternidad, “y así aportar con lo que nos ha sido regalado como un don”. “Que surja en nosotros esta apuesta a caminar en sinodalidad, donde todos estamos llamados a trabajar en la fraternidad, todos juntos en la misma barca”.
“En estos cuatro años al servicio de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, mi mirada se ha ensanchado, y doy por ello muchas gracias a Dios”. “Todo es gracia, pero no es gracia barata. Tenemos que poner nuestros dones al servicio del mundo, y ofrecerlos, a ejemplo del Resucitado, ‘hasta el extremo’”
Bendito empeño de los Claretianos
A renglón seguido, el Hno. Jesús Miguel Zamora, secretario general de la Conferencia Española de Religiosos, agradeció el “bendito empeño de los Claretianos por hacernos recordar este tema que nos convoca, la comunión y la fraternidad”. Así, el religioso lasaliano nos situó frente a los desafíos que nos interpelan, y de tal modo formuló “¿qué es lo que nos ha impedido no derrochar fraternidad?”.
“Estos días estamos llamados a vivir no de pura inercia, sino a traspasar la rutina y gritar que Dios es Pascua y fraternidad, y que la sinodalidad no es una palabra de moda ni un invento nuevo”. “A través de estas jornadas que comenzamos a vivir desde hoy, reafirmamos que lo nuestro no va de broma, sino de compromiso presente y futuro”. “La vida consagrada está en permanente actitud de búsqueda, persuadiendo al mundo en el redescubrir una Iglesia que sea un recinto de paz y concordia, donde todos encuentren un camino para encontrar esperanza”.
Más allá de ciertas ‘palabras fetiches’
A continuación, el profesor Dr. Don Francisco García Martínez, Decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, a la que el Instituto Teológico de Vida Religiosa está incorporado, deseó que estas jornadas “vayamos más allá de ciertas ‘palabras fetiches’, veneradas artificialmente, utilizadas casi siempre para decirlas y lucirse”. “Quizá necesitemos -abundaba el experto- menos teología y más profetas de vocación, para no desactivar lo que estas grandes palabras significan”.
“Por ello creo que es necesario pensarlas a lo grande, es decir en lo pequeño de nuestras vidas, en lo cotidianamente definitorio. Solo aquí estas palabras se harán fecundas”.
Presentación de las jornadas
El verdadero objetivo de esta quincuagésimo-tercera para Institutos de Vida Consagrada, presentaba el P. Antonio Bellella, “es de índole espiritual y se expresaría con las siguientes palabras: en estas jornadas aspiramos a reconducir la fragilidad de la comunión y la fraternidad hacia la propuesta de Jesús de ‘ser todos uno’.
De tal modo, el profesor formuló una serie de interrogantes que, sin duda, aterrizaron el tema que da forma a estos días “¿Puede nuestra Iglesia presentarse legítimamente como un espacio de comunión cuando en no pocas ocasiones aparece dividida y enfrentada? ¿Por qué nos atrevemos a hablar de fraternidad si no las practicamos en el grado y la manera que cabría esperar? ¿Tiene la Vida Consagrada aún algo que decir y aportar sobre el particular, cuando su aparente incapacidad de ser relevante en nuestra sociedad consume la energía que necesita para hacer propuestas atractivas?”
“Una primera respuesta a estos interrogantes -exponía el director de esta Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada- la ofrece el lema que hemos elegido, al plantear la comunión y la fraternidad no como bienes adquiridos, o espacios de su propiedad, sino como tareas siempre pendientes, procesos abiertos (inversiones) a largo plazo”. “Un segundo intento de abordar las preguntas está apuntado en el enfoque que subyace a las ponencias que escucharemos en los próximos días”. De tal modo, la 53ª Semana nos emplaza a seguir combinando de manera interdisciplinar lo social, lo eclesial y lo específico de nuestro estilo de vida. “Para hacerlo, -exponía el claretiano-, se articula en cuatro momentos: ‘En camino’, que integra un marco eclesial y otro teológico; ‘en comunión’, con su fuerte subrayado en la propuesta de las primeras comunidades cristianas; ‘en fraternidad’, que expondrá los grandes proyectos que son expresión de comunión y modos de construir la fraternidad, y ‘en construcción’, que pondrá en diálogo nuestra historia, nuestro presente y nuestro porvenir.