- El aumento del número de las personas dependientes ya sea por enfermedad, ya sea por formación.
- La necesidad de introducir nuevos criterios de gestión de nuestras actividades, que, en la parte ejecutiva, han pasado a manos externas, encareciendo su mantenimiento.
- La complejidad ligada a la internacionalización, también económica, de nuestras instituciones, hasta ahora muy dependientes financieramente de los países de origen de las congregaciones.
- La dificultad de hacer efectiva la comunicación de bienes, por las restricciones legales o por la reducción significativa de las fuentes de ingresos y el aumento de los gastos.
- La obligación de tomar decisiones graves, sin tener clarificados todos los aspectos de un problema.
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Abono por transferencia bancaria