El día comenzó en el Santuario del Inmaculado Corazón de María con la Eucaristía presidida por Mons. José Cobo, obispo auxiliar de Madrid.
Al comienzo de la misma, el Director del ITVR, P. Carlos Martínez Oliveras, dirigió unas palabras de recuerdo agradecido y una oración por Mons. Juan Antonio Menéndez, quien había participado en la primera jornada presencial del curso el pasado 2 de marzo. Aquel día, el recientemente fallecido obispo de Astorga, meditó sobre el evangelio del día (“dejad que los niños se acerquen a mí”) y compartió con todos los participantes la situación que le había tocado vivir y afrontar. Relató que la estaba viviendo como una verdadera cruz que le había hecho madurar en su fe y que vivía desde la paz y la serenidad.
Durante la homilía Mons. Cobo afirmó que, en medio de las tinieblas del mundo, con sus estructuras de egoísmo y sufrimiento en los pobres y pequeños, surge la luz del Resucitado que rompe la noche porque es la fuerza de Cristo. No hay duda de que habrá dificultades porque el bien siempre molesta, pero el Evangelio invita a dar testimonio de esa luz. Invitó a ser valientes porque todo cristiano, desde su bautismo, ha sido consagrado para ser portador de esta luz que declara la guerra a todo tipo de manifestación de la oscuridad, del mal y de cualquier tipo de abuso.
Ya en el salón de actos, el mismo obispo auxiliar, dirigiéndose a los participantes, afirmó que el curso que se estaba dando era “lo que más se necesitaba ahora mismo en la vida de la Iglesia” porque “la formación y la reflexión no se improvisa”.
Recalcó asimismo el apoyo que deberían sentir los participantes: “estáis respaldados por toda la Iglesia porque la solución a esta terrible plaga de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia no va a ser solitariamente, sino eclesialmente. Y vosotros sois el primer signo de que, sintiéndonos comunidad, podemos desplegar no sólo los protocolos, sino una forma de vivir y sentir diferente”.
Recordó que él mismo se había encontrado con algunas víctimas y lo que había aprendido es que, “si algo necesitamos es determinación, apoyarnos en las víctimas, aprender y dar pasos a lo que el plan de Dios nos está pidiendo”.
Finalmente agradeció a todos esa “determinación”, recordando que, al final nos encontramos “en un camino de Iglesia de aprendizaje, de sanación evangélica, de justicia reconciliadora y restaurativa desde la caridad y la humildad; y, por último, un camino de generación de una cultura de la seguridad y la protección”. “Si hemos sido parte del problema, debemos ser parte de la solución”. “Estamos llamados a ofrecer a la sociedad el poder de la inocencia y de los inocentes y el poder de la humildad”. “Siendo humildes seremos luz para el mundo”.
“Gracias a vosotros y a experiencias como estas nos regeneramos y damos más luz al mundo de la que imaginamos”. “Gracias por la valentía de la organización del curso, por la valentía de estar aquí, por la valentía de querer aportar una reflexión y pistas para el futuro porque sois vanguardia en este tema y os necesitamos”.
El trabajo de la mañana estuvo a cargo de los profesores Basilio Álvarez, coordinador del equipo de titularidad de los colegios claretianos, y Adolfo Lamata, prefecto de apostolado de los claretianos de la provincia de Santiago.
Ambos trazaron un amplio esquema de cómo afrontar los abusos sexuales en tres fases: antes, durante y después:
Antes. El trabajo previo está siempre basado en un plan de sensibilización institucional, un programa de cumplimiento normativo y un plan de prevención. En esta fase es fundamental la selección del personal y la admisión de los candidatos a los seminarios y noviciados.
Durante. Cuando se desata algún caso es fundamental recibir la denuncia, comprobar una cierta veracidad y poner la prioridad en la víctima desde la cercanía y el apoyo bajo tres claves: escucha, acompañamiento y transparencia. Más adelante vendrán la investigación, las medidas cautelares, los procesos (canónico/penal) y las medidas finales.
Después. El momento posterior habrá de estar marcado por el seguimiento, la terapia, la sanación/reparación y el acompañamiento que nunca debe faltar.
La sesión de la tarde se dedicó a una amplia reflexión acerca de la relación entre Jesús y los niños: “El niño en el pensamiento, acción y enseñanza de Jesús”. Dicha relación estuvo a cargo del P. Severiano Blanco, profesor de Sagrada Escritura del ITVR. “El mensaje de las acciones de Jesús de cercanía y afecto demuestran la dignidad del niño y que el mismo niño es destinatario salvífico de Jesús”.
El estudioso analizó los diferentes pasajes recordando los mensajes de Jesús en su contexto hebreo: a) pueden acercarse a Jesús, no se les debe impedir (Mc 10,14); b) necesidad de hacerse como niños para entrar en el Reino (Mt 18,3); c) acoger a un niño equivale a acoger a Jesús (Mt 18,5). Jesús se pone siempre de parte de los débiles y los minusvalorados y el niño forma parte de esta categoría en muchas ocasiones.
La jornada concluyó con una evaluación muy positiva de la primera fase y emplazándose a la segunda fase del curso que dará comienzo en febrero de 2020.