(Claretianos.es) El Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid (ITVR) ha celebrado durante toda la mañana del 26 de septiembre su Jornada de Clausura al curso de protección de menores. Una fecha, por tanto, que cierra el camino recorrido durante estos últimos dos años en los que se ha desarrollado un programa de formación en colaboración con el Centre for Child Protection de la Pontificia Universidad Gregoriana. En palabras de su coordinador, el P. Carlos Martínez Oliveras “con este encuentro queremos poner el broche de oro a este tiempo de trabajo que ha tenido como objetivo formarnos en cuidar humana y pastoralmente a las víctimas, prevenir los abusos sexuales, de poder y conciencia y crear una cultura de la protección del menor”. Como a tantos centros docentes, la crisis sanitaria del coronavirus obligó a repensar las clases y “después de intentarlo todo, vimos que la mejor solución era ofrecer esta jornada de clausura en abierto por medios telemáticos a todos los que quisieran enriquecerse de esta reflexión sobre un desafío tan importante en la Iglesia”, apuntaba el claretiano al comienzo.
Seguidamente tomó la palabra el Card. Carlos Osoro que une en su persona el ser arzobispo de Madrid (sede de este curso) y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española. El prelado quiso ofrecer su propia voz y reflexión saludando a los participantes con un hondo discurso en torno al papel de la educación vista desde la óptica evangélica de la verdad, para así crear una auténtica cultura del amor y de la protección. “Ofrezcamos al mundo la diaconía de la verdad. Somos diáconos de la verdad. Y este programa del ITVR asume este servicio para educar”, resumió el cardenal. Por su parte, este Instituto de los Misioneros Claretianos siempre ha recibido de su persona el apoyo, aliento y compromiso de caminar en comunión y trabajar conjuntamente, además de su colaboración con este tema particular, y así lo hizo constar tanto el P. Martínez Oliveras en diversas ocasiones, como el hoy director de este centro de formación, el misionero Antonio Bellella Cardiel en su saludo final.
Después de la intervención del Arzobispo de Madrid la jornada transcurrió con una mesa de experiencias sobre iniciativas concretas en este ámbito y contexto que se están llevando a cabo ya, y que fue moderada por el periodista de COPE, Faustino Catalina. Fue un buen momento de enriquecimiento mutuo en el que se pudo escuchar lo que ya se está realizando de la mano de los directores al frente de fundaciones e instituciones de inspiración cristiana y apertura de miras. En este caso, María Teresa Compte, desde Acogida Betania, el profesor Miguel García-Baró, que recibió del Card. Osoro la encomienda de poner en marcha Proyecto Repara en la diócesis de Madrid, y junto a ellos también participó de esta mesa de experiencias el religioso camilo José Carlos Bermejo, del Centro Humanizar. Ellos pudieron hacer balance del camino recorrido durante este tiempo, de la colaboración que se establece entre ellos y las diócesis y también pusieron en común buenas prácticas en cuanto a temas de prevención de menores y de escucha a víctimas y victimarios. “Ellos son los verdaderos protagonistas de nuestra labor, pues de ellas aprendemos todo lo que hasta hoy sabemos. Nosotros solo podemos acompañarlas en el camino que han de recorrer”, resumieron.
Finalmente, y tal como había sido anunciado, se pudo contar con la reflexión desde Roma del P. Hans Zollner, presidente de Center for Child Protection, que hizo balance del camino recorrido hasta hoy. El religioso comenzó haciendo memoria del año 2002, bajo el pontificado de san Juan Pablo II, que ya pidió la necesaria y urgente purificación de toda la comunidad católica, tras los crímenes sexuales del clero en Boston (Estados Unidos). El P.Zollner también recordó las diversas llamadas que con Benedicto XVI pusieron en alerta a todas las Conferencias Episcopales del mundo, pero fue en el pontificado de Francisco donde más se detuvo a realizar su análisis, y no solamente desde la cumbre vaticana de febrero del 2019. Antes ya, el papa Bergoglio había creado la Pontificia Comisión de la Protección de Menores y había tenido este tema muy presente, tomándoselo incluso de forma personal. Así, el P. Zollner desveló detalles que ponen de relieve la sensibilidad y preocupación del Santo Padre por las víctimas. “En todo caso, las medidas y llamadas del papa Francisco aún no han sido implantadas totalmente en todas las diócesis del mundo”, lamentó.
“Pero la verdadera revolución fue la cumbre antipederastia en la Iglesia del 2019 donde por primera vez el papa destapa la cuestión en clave sistémica, no sólo sistemática. Es decir, Francisco reconoce un sistema dentro de la Iglesia que obstaculiza la prevención, y compromete el trabajo de la justicia al respecto de los casos de delito sexual”. Esto, como bien es sabido en crónicas posteriores a la cumbre, se tradujo en tres días en los que el papa Francisco habló claramente de la responsabilidad del ordinario del lugar, así como de la rendición de cuentas en investigaciones previas y de lo transparente que la Iglesia ha de ser respecto de sus víctimas y de sus procesos. También pidió un cambio en la reformulación del código del derecho canónico, por lo menos en lo concerniente a su parte penal dentro de la Iglesia. “Pero aún no han finalizado los trabajos de los canonistas”, informó.
El siguiente paso de Francisco, referido por el P. Zollner, fue anunciar en 2019 una nueva ley fundamental y para toda la comunidad católica en forma, del motu proprio, ‘Vosotros sois la luz del mundo’, “que contiene obligaciones claras –y que no son solo para las autoridades eclesiásticas–, de informar ante cada sospecha de abuso sexual”. A renglón seguido el religioso alemán trajo a su reflexión “la fiesta del santo cura de Ars, en agosto del 2019, cuando el Francisco exhorta a los sacerdotes en una carta dirigida a ellos para pedir más compromiso con una cultura pastoral donde el abuso no encuentre lugar”. “Francisco quiere conversión, verdad y transparencia con las víctimas, pero sabe que eso no esta tarea fácil, ni a corto plazo. El Santo Padre es consciente de que tenemos que cambiar no solo las leyes, sino también la actitud, la mentalidad. Y es cierto que mucho ha cambiado, pero ¿es suficiente?”, interpeló.
Tras tratar otros puntos clave en el magisterio de Francisco como la abolición del secreto pontificio en casos de violencia sexual y abuso de menores, -“medida muy aplaudida por asociaciones de víctimas”-, o del instrumento que traduce la legislación canónica contra el abuso sexual, -“el famoso vademécum”-, el religioso pasó a hablar de las perspectivas y retos para el futuro centrándose en tres aspectos: atención a las víctimas, asunción de la propia responsabilidad y búsqueda de una cultura del cuidado y respeto. “No hay que buscar argumentos ni defenderse frente a las víctimas, pues ellas están muy dentro del corazón de Jesús mismo. Es el Señor mismo el que llama cuando una víctima nos llama, y que llora cuando lloran las víctimas; y que se enfada cuando las víctimas sienten rabia. Es el Señor el que lleva en la cruz el sufrimiento de todas ellas, y nosotros tenemos que estar allí, junto a ellos, en su dolor, que es el de nuestro Señor. Él se identifica con las personas abusadas dentro de la Iglesia”.
Antes de concluir, el P. Zollner quiso interpelarnos con la necesidad urgente de una formación espiritual. “Y sé que mucha gente está agotada en este tema, pero tenemos que continuar desarrollando una eclesiología de la vulnerabilidad. No solo como sacramento de la reconciliación celebrado individualmente. Quiero decir con esto que debemos preguntarnos dónde está nuestro arrepentimiento como comunidad cristiana ante las víctimas, en forma de una confesión pública y de un compromiso de reparación para con ellas, al menos, espiritual. Roguemos al Señor para continuar este camino, porque está en juego nuestra credibilidad. Nos vamos a quedar sin nadie que confíe en nosotros. Examinémonos en la relación de consecuencia entre lo que hacemos y predicamos”, advirtió.
“Bien es cierto y sabemos todos que tenemos que seguir formando especialistas, pero hasta que nuestras labores (me refiero a nuestra misión, a la pastoral, a la oración, la catequesis o la acción social) no estén centradas en esta consideración de proteger y crear ambientes seguros, no lograremos convencer al mundo de que estamos comprometidos con él. Hemos de vencer nuestra resistencia interior para poder hablar naturalmente de esto al igual que de otras cosas, y sabiéndolo situar siempre en el centro. No podemos tomarnos el cuidado de los menores y personas vulnerables como el que tacha un quehacer de su lista de tareas para luego ir a por lo siguiente”, concluyó.