Con el objetivo de tratar la problemática del abuso y sus implicaciones en la dirección espiritual, en la tarde del pasado sábado, el Instituto Teológico de Vida Religiosa ofreció la segunda jornada de estudio sobre Abuso de poder y de conciencia, dando continuidad a aquella primera que en este mismo curso trató la Prof. Nurya Martínez-Gayol en el pasado mes de noviembre. Así, en esta ocasión, guiados por el religioso agustino Antonio Carrón de la Torre, se pusieron sobre el tapete los retos y preguntas de obligado discernimiento para seguir profundizando y mejorando en nuestro compromiso con una Iglesia más segura, planteando la gravedad de lo que suponen las delicadas situaciones de abuso de conciencia, muchas veces difíciles de identificar. Por otro lado, en la jornada también se trató de ofrecer pautas de prevención para que, quienes tienen bajo su responsabilidad a otras personas en un ámbito espiritual, puedan seguir desarrollando su misión con responsabilidad e ilusión.
De tal modo, la jornada se inició con las palabras del director del ITVR, Antonio Bellella, leídas en esta ocasión por la secretaria de nuestro centro, la Profª Laura Zamora. Así, el religioso claretiano nos ofreció un texto que enmarcó la iniciativa “en el compromiso iniciado por nuestro Instituto hace años de sumarse a la lucha por prevenir y evitar cualquier práctica abusiva en el seno de la vida consagrada”. Y enfatizando la importancia del tema, continuaba: “El abuso de conciencia tiene un peso específico particular, en primer lugar porque en la tradición cristiana la conciencia es el sagrario íntimo donde resuena la voz de Dios”. En segundo término, porque “hablar de conciencia también supone aludir a elementos emocionales y psicológicos, fundamentales en el comportamiento cotidiano de la persona y en el modo de establecer sus relaciones”.
A renglón seguido, Mons. Cobo pronunció unas palabras que fundamentalmente, “y a modo de aperitivo”, reconocieron el esfuerzo que la vida religiosa y nuestro centro en particular dedica, contribuyendo a la sanación de esta herida eclesial. “En esta cuaresma recibimos la llamada a la conversión, un movimiento que es el auténtico motivo que nos reúne esta tarde”, introdujo el prelado. “Cualquier tipo de abuso en la Iglesia va más allá de lo que puedan decir los periódicos, pues las víctimas nos duelen”. Para Mons. Cobo, ellas, cada una de las víctimas, ha de ser vista como la causa principal de nuestros desvelos, “y cuando nos pregunten qué pasos estamos dando a su favor y, por consiguiente, en contra de esta lacra, podemos responder, por ejemplo, con las distintas obras de este instituto teológico, que ha sido pionero en ir poniendo, una a una, las ‘piezas de conversión’ que tanta falta nos hacen, haciendo así de su trabajo académico parte de la misión que hoy ocupa a toda la Iglesia”.
Tras ambas introducciones, llegó el turno del conductor de la jornada de estudio. Así, el P. Carrón de la Torre comenzó solicitando, antes de nada, una “correcta formación que a la postre resultará fundamental para contextualizar y entender la cultura del abuso”. Para el experto, profesor de la Universidad Pontificia Gregoriana, “el abuso es excepción, exceso, equivocación, pero no es la norma. Ahora bien, se da”. “Quizá lo que ha ocurrido es que la balanza se ha desequilibrado, y hemos pasado de la nada al todo. De no haber nada de abuso, pues no teníamos ni palabras para nombrarlo, hemos pasado a señalar abusos en toda ocasión”.
Y así, tratando ya de lleno la cuestión del abuso de poder jerárquico espiritual, “aquel que se refiere a este tipo de la manipulación institucionalizada”, Carrón de la Torre enumeró las situaciones que propician su manifestación. “Los abusos se dan en un contexto de situaciones sociales y familiares propias del candidato, pero también en fallos organizacionales del instituto que suelen confluir con cierta vulnerabilidad psicológica del abusado”, es decir “en una visión eclesiológica infantilizada”. “El abuso de conciencia en el acompañamiento espiritual tiene entidad por sí mismo, y consiste en un daño infringido en la conciencia de la víctima, entendiendo a ésta como sede de la libertad de juicio y como lugar de encuentro con Dios y consigo mismo”. Por tanto, “el abuso de conciencia se produce cuando la mediación eclesial transgrede sus límites, de manera que controla y sustituye la conciencia del abusado”. También, dicho en una palabra, “es un proceso de vampirización de la conciencia”.
Buscando el origen de esta forma de maltrato, debemos de ir a encontrarlo en diversas formas de elitismo, “que en un entorno pastoral se podrían definir como eclesiopatías”, es decir, “enfermedades como la del clericalismo y el seminarismo que están en la base de este tipo de abuso”.
‘Tú vivirás por mí, y no te quieres poner en mis manos’, ‘Los demás no pueden comprendernos’, ‘debes abrirme tu alma hasta el fondo’… Frases de este tipo han llegado a ser pronunciadas por acompañantes, “al cabo, abusadores”, que han caído en enfermedades de paternidad espiritual que han desembocado en maltrato. “Hay determinadas situaciones que nos deberían hacer sospechar”, continuaba el experto. Para él, quizá la más relevante, se da entre los que niegan la realidad de los abusos, “los que dicen que aquello no puede darse nunca”.
Prevención y formación
Por ello, de cara a la puesta en marcha de una necesaria protección, “es vital saber identificar los diferentes tipos de abuso y su dinámica”. A la vez, “debemos formar en la escucha y saber cómo proceder cuando alguien revela que ha podido sufrir abusos”, sentenció el religioso agustino.
“Las personas tiene que saber las diferencias entre lo aceptable en el acompañamiento espiritual y lo que no lo es”, proseguía. Por ello, es necesario hacerse algunas preguntas, que el conferenciante pasó a enumerar: “En el discernimiento, ¿hay apertura al diálogo?”. También, “¿El acompañamiento se da en una comunidad abierta o en una que desconfía de lo de los demás? ¿Allí la disensión es considerada traición? ¿Hay quien tiene miedo de expresarse? ¿Se concentran los poderes pocas personas? ¿Llama la atención una cierta uniformidad en el modo de hablar, de expresarse? ¿Existe relación oscura con el dinero? ¿Los superiores son como los demás o tienen accesos privilegiados? ¿Las personas son creativas o se sienten cohibidas? ¿Hay muchos síntomas de depresión, enfermedades? ¿Hay una rápida teologización a la hora de responder a lo que a cualquiera le preocupara?”
Con todo, una llamada a no perder la esperanza. “Enfrentar estas heridas ha de suponer una revisión de vida, es decir, de las relaciones que se dan en cada una de nuestras comunidades […] Una renovación de nuestras prácticas a la luz del evangelio para así descubrir en cada uno de nuestros carismas la urgente llamada al buen trato”.
Por último, el Centro de Escucha, Formación y Asesoramiento sobre maltrato y violencia Auribus, del Instituto Juridico Claretiano de Roma (Iuridicum), fue el encargado de formular algunas cuestiones fundamentales, “bien conscientes de la dificultad de respuestas concisas”. En nombre de Auribus, plantearon preguntas los misioneros claretianos José Félix Valderrábano y Manuel Arroba, y Lucia Musso, colaboradora del Centro de escucha. Los tres reclamaron criterios de competencia y de actitud para los directores espirituales. “Efectivamente, el acompañamiento es un tipo de apostolado que requiere de formación y de saber desenvolverse en el arte de la escucha”, respondió Carrón de la Torre. “No cabe esconderse tras un disfraz de falso misticismo, pues detrás de tal actitud, el abusador se suele atribuir a sí mismo el papel de Dios”.
Ecos de nuestra sesión en Vida Nueva:
https://www.vidanuevadigital.com/2023/02/25/antonio-carron-cuando-la-pat...
https://www.vidanuevadigital.com/2023/02/25/jose-cobo-los-abusos-en-la-i...
https://www.vidanuevadigital.com/2023/02/25/antonio-bellella-sobre-la-cr...