El ciclo de conferencias 'Los jueves del ITVR' ha comenzado su edición de este curso. Por primera vez, esta iniciativa que partió de nuestro instituto hace ya algunos años, ha sido preparada y asumida conjuntamente por la Comisión de Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal; la CONFER y la CEDIS aunando, por tanto, los esfuerzos de cuantos tienen responsabilidad institucional en la vida consagrada en España.
A través de un recorrido de ocho conferencias, -a las que asistiremos con gusto los oyentes desde el Salón de Actos de nuestro instituto o bien desde casa, optando por la modalidad online-, el ITVR ofrecerá una invitación para ejercitarnos en cuatro disciplinas: la de escucha, la del aprendizaje formativo, la de la reflexión y la de la profundización. "No se trata meramente de informarse, sensibilizarse o aumentar el conocimiento sobre un tema de actualidad, sino de mirar a lo alto y echar las redes", recalcaba nuestro director, el P. Antonio Bellella al inicio de la tarde.
Este año, las conferencias pivotarán en torno a la celebración del Jubileo de 2025, "y los consagrados no somos ajenos a este acontecimiento eclesial", apuntaba Bellella. El Jubileo se presenta como un tiempo marcado por la esperanza, aspecto muy vinculado a la Vida Consagrada, pues “¿Qué persona consagrada no es en el fondo un orante, un peregrino y un esperante?”, formulaba el misionero dando paso a Antonio Sánchez Orantos, también claretiano, a cargo de inaugurar este ciclo.
Del Año de la Oración al Jubileo de la Esperanza
“Venimos del Año de la Oración y somos llamados al Jubileo 2025: ‘Peregrinos de la esperanza’”, iniciaba el claretiano Antonio Sánchez Orantos. Del tal modo, procurando preparar a la vida consagrada para responder con fidelidad a la próxima convocatoria de la Iglesia, el religioso, Doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia de Comillas, hilvanó una magistral reflexión en torno a la dimensión antropológica y bíblica de la oración cristiana.
“La oración cristiana, no lo olvidemos, se caracteriza por su centralidad cristológica que siempre abre al misterio de amor trinitario”, advertía en los primeros compases de la tarde. “Se trata de escuchar y mirar a Jesús en la luz del Espíritu para peregrinar hacia el Padre”, advertía.
Primera definición
“La primera palabra que abre la definición que Jesús da de sí mismo no es ni verdad, ni santidad, ni, por supuesto, experiencias extraordinarias. Si no, camino”. “Es decir, solo si seguimos confiadamente a Jesús llegaremos a reconocer su verdad”, abundaba el profesor. Por tanto, “no es primero la verdad y cuando conseguimos esta, iniciamos el seguimiento”. “Primero es la confianza en Él que provoca nuestro seguimiento y, después, progresivamente, en camino, en peregrinación, vamos descubriendo la verdad”.
Y la verdad -segunda definición que da el Resucitado de sí mismo-, a ojos del conferenciante, no es meta, “sino impulso de renovación para seguir en camino”. Así, “mientras no vivamos en Dios, vivimos ante Dios; y vivir ante Dios supone ser iluminados por el Espíritu para vislumbrar lo que todavía nos queda por andar”, añadía.
El discernimiento y la tercera palabra: “vida”
Preguntándose por el criterio de discernimiento que habría de poseerse para saber si estamos hospedando con autenticidad el deseo de Dios en nuestra vida, Sánchez Orantos sintetizó su respuesta en la condición de “una vida capaz de engendrar vida, y vida en abundancia”. Desde este punto, “podemos tener la certeza de que nuestro peregrinar es según el querer de Dios”.
Así, el humilde caminar del hombre orante procurará realizarse sin perder la ‘espalda’ de Cristo “para que su verdad penetre en nuestra vida, desvelando el motivo último de nuestra fidelidad”, que no es otro que “entregar la vida para que otros tengan vida”. “Esa es la oración cristiana”.
Por eso, la humilde oración, “descentramiento de nuestro yo”, permite “conocerse para poder entregarse a las tareas que se esperan sin pretender saber con antelación los éxitos o los fracasos que sufriremos”. Porque su escondida luz “permite descubrir al Único que da sentido a todos nuestros afanes, el Dios que nos llama en Jesús”, el Cristo, camino, verdad y vida.