“En el momento de iniciar el curso 2024 / 2025 en el Instituto Teológico de Vida Religiosa y la Escuela Regina Apostolorum, toda la comunidad educativa se embarca en un apasionante proyecto conjunto de búsqueda de bienaventuranza, que enriquece nuestra identidad teologal de personas consagradas”. Con estas palabras, el P. Antonio Bellella, director de esta casa, presentaba el acto de inauguración del curso que tuvo lugar en el día de ayer, 26 de septiembre.
“Empezamos un año académico que no es pues un reto vacío o una quimera ilusionante, sino una posibilidad de crecer integralmente en las diversas dimensiones que forman la compleja urdimbre de las vidas de quienes estamos aquí” proseguía el misionero. “Somos una institución al servicio de la Vida Consagrada y vivimos nuestra misión en un contexto social y eclesial determinado, en un ambiente que nos rodea y que constituye tanto el punto de partida de nuestra misión como el espacio ambiguo en que necesitamos realizarla”, puntualizó.
Tres interpelaciones
Y a renglón seguido, el religioso enunció tres interpelaciones que habrán de quedar plasmadas a lo largo de estos próximos meses de curso. La primera de estas inquietudes es prestar una atención preferencial a nuestro momento eclesial, “a caballo entre el año de oración y el jubileo de la esperanza”. Para ello, nuestro Instituto ha desplegado un sugerente ciclo de conferencias que toma cuerpo dentro del programa de nuestros tradicionales ‘Jueves del ITVR’, que dará comienzo esta próxima semana con el P. Antonio Sánchez Orantos. Otro subrayado en rojo en nuestros calendarios corresponde a la sesión final del sínodo de la sinodalidad, “principio y fin de un proyecto para toda la Iglesia”, matizó el director. “Queremos integrar la sensibilidad creciente que reclama una comunión que se exprese en la participación y dar cuenta de la propuesta de un nuevo marco de relaciones intraeclesiales que afecta notablemente a nuestras comunidades”, apostilló el misionero.
Acompañar nuestro momento como vida religiosa fue la segunda inquietud que quiso consignar nuestro director, y en tercer y último lugar, “la dinamización de nuestro presente como ITVR y Escuela Regina Apostolorum”. “Con ello buscamos saber dar respuesta a dos llamadas de atención, cada vez más acuciantes: formación e interculturalidad”. “Nuestra peculiar forma de vida precisa indudablemente de sentarse a reflexionar y a compartir inquietudes, y carece muchas veces de espacios, de tiempos y de instrumentos atractivos para seguir formándose”, expresaba Bellella cuando hablando de formación permanente. Por otra parte, el reto de la interculturalidad cambia el rostro de la vida consagrada, hecho constatable en las aulas de nuestro instituto. “Hace cuatro años el 25% del alumnado del ITVR y la ERA eran españoles, y en este curso, hasta el momento, solo el 10% es de dentro de nuestras fronteras”, expuso. “Todo esto replantea nuestra presencia y nuestra labor”, animaba.
Acto litúrgico y académico
El resto del acto de inauguración se ajustó al programa que lo anunciaba, dividiendo así la tarde en dos momentos diferenciados: el litúrgico, primero, y seguidamente, el académico, ya en el salón de actos del ITVR.
De tal modo, un nutrido número de alumnos, así como otros amigos religiosos y religiosas se dieron cita a primera hora de la tarde en un clima de fraternidad y compañerismo en el santuario del Corazón de María de la calle Ferraz, para participar de la eucaristía presidida, en esta ocasión, por el superior mayor de los claretianos de Santiago, el P. Adolfo Lamata. El religioso estuvo acompañado en el altar por otras autoridades académicas como el P. Aurelio Cayón, ss.cc. vicario episcopal para la vida consagrada en la archidiócesis de Madrid o Fray Jesús Díaz Sariego, op, presidente de CONFER. Concelebraron también otros profesores y miembros de la comunidad claretiana de Buen Suceso.
Radicalidad en la misión
Durante la homilía, el P. Lamata invitó a los presentes a vivir la misión con radicalidad, recordando que para llevarla a término “no podemos prescindir de las mediaciones, gracias a las cuales tuvimos acceso al conocimiento de Jesús”. “Nuestra fe está ligada a la existencia de testigos y de una comunidad creyente que nos han ayudado a experimentar el significado del mensaje de Jesús”, abundaba el religioso a propósito del pasaje del envío en el evangelio de Lucas (Lc 9, 1-6). “La Iglesia de Cristo lucha constantemente por hacer realidad este deseo del Señor y lo hace no sólo con sus palabras, sino con la vida, convertida en un testimonio verdadero de la vida nueva que Dios quiere para todos”, exhortaba Lamata.
‘La vida religiosa hoy y su desafío de esperanza’
Tras las palabras de bienvenida institucionales pronunciadas ya en el salón de actos de esta casa, llegó el turno de la lectura de una brillante lección inaugural que llevó por título ‘La vida religiosa hoy y su desafío de esperanza’, pronunciada por Fray Jesús Díaz Sariego, presidente de la conferencia española de religiosos. El dominico -y también superior mayor de su provincia- quiso acercarnos con sus palabras a la celebración del próximo jubileo ordinario de la Iglesia, que estará dedicado a la reflexión y promoción de la esperanza. “Será importante redescubrir, a este respecto, las exigencias de la llamada eclesial a la participación responsable de cada instituto en el mencionado jubileo, poniendo en valor los carismas y ministerios que el Espíritu Santo no cesa de conceder para la edificación de la única Iglesia”, comenzó el religioso.
“El termómetro actual de la vida religiosa nos indica la necesidad de retomar la fuerza espiritual de la esperanza como antídoto a las desesperanzas que puedan estar afectando, por diversas razones, a nuestra razón de ser en el corazón del mundo y de la Iglesia”, proseguía el profesor. “El año jubilar nos brinda la oportunidad de volver a centrarnos en la propia vocación, al ponerla en las manos de Dios con plena confianza y al desarrollar la capacidad de discernir el momento presente”, animaba.
Seguidamente, Díaz Sariego formuló una cuestión que iba al centro de su disertación, la que vincula a la vida consagrada con la virtud teologal: “La vida religiosa ha de cultivar la esperanza porque a ella corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón del ser humano”. “El impulso de la esperanza nos preserva del egocentrismo y nos conduce a los valores indiscutibles de la caridad cristiana”, abundaba. Y en este sentido “nuestra vocación es maravillosa no porque nosotros seamos maravillosos, sino porque constituye un signo profético de nuestra esperanza para toda la humanidad”.
“Asumir los desafíos que amenazan a la virtud nos permitirá tomar carne en la vida con pasión, una urgencia necesaria para dar razón de nuestra esperanza ante las principales interpelaciones del mundo, de la Iglesia y de la vida religiosa en el presente”, concluyó.
Memoria académica
El programa continuó con la lectura de la Memoria del curso anterior, que corrió a cargo de Laura Zamora, secretaria académica, constatando las múltiples actividades desarrolladas al servicio de la vida consagrada. Cursos, seminarios y conferencias por las que pasaron más de mil quinientos consagrados de muy distintos puntos del globo, gracias a la retransmisión online y presencial de la mayoría de nuestras actividades. Del mismo modo, el crecimiento de la biblioteca del ITVR es ya considerable, superando ya los 70.000 títulos a los que se suman los casi 19.500 volúmenes de revistas accesibles para los estudiantes, profesores e investigadores especializados.