La jornada de la tarde comenzó con una profunda conferencia de Emilio Justo que llevaba por título ‘El cuerpo como don’. Así, el profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca reflexionó sobre el significado de la corporalidad, fundamental para pensar en la afectividad. “Para entender lo humano, todo pasa por el cuerpo”, inició el teólogo.
De tal modo, basándose en los dos aspectos incluidos en el título de su conferencia -cuerpo y don- el experto ofreció un esquema que pasó por el significado antropológico, el cristológico y, finalmente, la espiritualidad del cuerpo. “Porque el cuerpo es un don que se recibe, el cuerpo es algo que me dan”. Y, por otra parte, “nos impele la urgencia de hacer de nuestros cuerpos un don para los demás”.
“Cuando uno recibe el cuerpo como don, la misma lógica de ese don pide actuar de un modo u otro: aceptarlo o rechazarlo”. Por tanto, “el hombre siempre influirá y actuará en su cuerpo”, limitó el experto en un primer momento. Y por otro lado, Justo subrayó la idea del cuerpo como elemento de comunicación: “El cuerpo significa que hay alguien ahí, y que está ahí para otros. El mismo ser cuerpo habla de alteridad”.
Que el cuerpo implique un lenguaje comunicativo aparece y es iluminado en la vida de Jesús, y por ello cabe preguntarse por el cómo vive Jesús su cuerpo. “Cristo asume y vive una corporalidad: la encarnación y la resurrección son acontecimientos de la carne”, explicaba el sacerdote zamorano. “Jesús tiene una misión, y para eso tiene un cuerpo, para hacerse oblación”. Y desde ahí, el experto razonaba que, “la actitud fundamental de la vida de Jesús es buscar y hacer la voluntad del Padre, - vivir para otros, ser para otros- y esta misión es acontecimiento corporal”.
“En la última cena, Jesús interpreta su vida y lo que padecerá en la cruz, pero no solo eso; sobre todo, da su vida como don”. Por eso “en la eucaristía recibimos el cuerpo de Jesús”. “Él se hace don para nosotros, y su cuerpo se vuelve lenguaje universal del amor”.
Finalmente, hablando de la espiritualidad del cuerpo, Justo pasó a explicar que “cuando entramos en el misterio de la eucaristía, desde el cuerpo entregado de Jesús recibimos el dinamismo para amar hasta el extremo”. Y “aunque la muerte sea la entrega última”, cuando hemos sido transidos por el amor adquirimos una fuerza de vida”. O, dicho con otras palabras, “cuando nosotros vivimos entregando la vida, cuando hacemos de nuestro cuerpo donación, -reiteraba el profesor- tenemos la fuerza de resurrección”. “Nuestra carne también está llamada a resucitar”, concluyó.
