“Si no nos abrimos al sínodo perderemos este kairós que el Espíritu Santo nos está ofreciendo”. Así, en el día de ayer, con estas palabras se expresaron los religiosos Elías Royón y Xiskya Valladares, pocos días después de haber aterrizado en Madrid tras participar en la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de la sinodalidad. El contexto lo ofreció el Instituto Teológico de Vida Religiosa, propiciando un diálogo en torno al proceso sinodal conducido por el P. Aurelio Cayón Díaz, vicario episcopal para la vida consagrada de la archidiócesis de Madrid.
“Vayamos con confianza a sumergirnos en el sínodo”, completaron. “Dejémonos de prejuicios y abramos el corazón al Espíritu Santo, porque la sinodalidad es un proceso que el Espíritu ha inspirado para la evangelización”. “Es lo más importante que tiene la Iglesia entre manos, y su fruto puede llegar a ser inmenso”, concedieron.
Misioneros de la sinodalidad
Una vez aprobado el documento final del sínodo tanto por los padres sinodales como por el papa Francisco, se abre una nueva etapa en la Iglesia de nuestros días, un camino de esperanza que se encuentra “en la recepción del contenido de la experiencia sinodal”. “Tenemos que implementar el sínodo, mostrar cómo ha de ser acogido, puesto en práctica y desarrollado”. “Hemos de animar y fomentar esta sensibilidad sinodal, siempre con vistas a fomentar la conversión que se indica en el documento”, asumieron los ponentes en el coloquio. Por ello “Francisco nos animaba a ser misioneros de la sinodalidad”, resumieron. Y es que, “se necesita paciencia, constancia… no son procesos a los que estemos acostumbrados como Iglesia”, lamentaron.
“Por desgracia, muchos bautizados no han sido conscientes de la celebración de este sínodo, pero estoy segura de que si lo conocieran sintonizarían con él”, recalcó Valladares haciendo alusión a la recepción de la propuesta sinodal por parte del Pueblo de Dios. “Es cierto que no hemos conseguido llegar a toda la Iglesia, y por ello en el horizonte se divisa este hermoso reto, el de dar a conocer la cultura de la sinodalidad”, animaba la religiosa de la Pureza de María.
Necesidad de la formación
“Este estilo renovado de relaciones eclesiales implican nuevas dinámicas de participación y discernimiento que no podrían establecerse sin la urgencia de la formación”, añadía Royón. Para el religioso de la Compañía de Jesús, “el documento habla de cómo ha de ser la formación, y señala ámbitos específicos donde poder realizarla”, sabiendo, además, “que en esta tarea ha de participar todo el Pueblo de Dios”. “Precisamos una formación que aluda a unas nuevas relaciones entre nosotros, basadas en el intercambio de dones al servicio de la misión única, el anuncio”.
“El objetivo de la sinodalidad es anunciar a Jesucristo, porque la misión de cada bautizado tiende a que toda la Iglesia como una sola voz anuncie su nombre en medio de esta generación”, subrayó Royón. En lo que incumbe más directamente a la vida religiosa, los padres sinodales reconocieron que “hubo, para nosotros, una alusión directa a la escucha”. “Sin ella, no podríamos alcanzar a descubrir los tesoros del proceso sinodal”, reconocieron. Ante este reto, la interculturalidad y la intergeneracionalidad se imponen como dos urgencias a afrontar. “Aquí hemos de ser profecía para el mundo”, respondieron sin titubeos. “Es la llamada del Espíritu Santo para nuestra forma de vida cristiana”, finalizaron.