El Papa Francisco invita a una permanente conversión institucional y pastoral que exige afrontar con fidelidad y creatividad los diferentes desafíos de la Iglesia. La vida consagrada se encuentra inmersa y empeñada en estos tiempos de reforma eclesial. Los consagrados miran hacia dentro de la vida de los propios Institutos, y hacia fuera en su respuesta misionera a los grandes retos actuales. El nuevo vino traído por Jesús exige odres nuevos para no derramar ni una gota de la riqueza del Evangelio. Reflexionar sobre ello es un reto para el presente y futuro de las siguientes generaciones de consagrados.