Introducción
Como en los días anteriores, también en la tarde de hoy todos nos pusimos en actitud de escucha de la Palabra de Dios. Íbamos a comenzar la tarde con un recorrido por ocho montañas de Palestina; nada más indicado que situarnos, desde el primer momento, al pie de monte de Galilea indicado por Jesús. Allí, al ver al Señor, nos postramos adorantes, recibimos el mandato de ir por la tierra «haciendo discípulos» y bautizándolos. El Señor, por su parte, nos asegura su asistencia continua: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Preparados de este modo, podíamos correr «la etapa reina» escalando montañas. Finalizada esta etapa, aún tendríamos dos comunicaciones.
Las ocho montañas de la Vida Religiosa contemporánea
La ponencia estuvo a cargo de la Hermana Joan Chittister, religiosa benedictina, doctora en psicología social, autora de más de 30 libros y muy conocida por religiosos/as de todo el mundo. Es de agradecer el esfuerzo de la Hna. Joan por hablar a los asambleístas en la lengua de Cervantes. La ponencia se titulaba: «Las ocho montañas de la Vida Religiosa contemporánea: ¿qué hay que revitalizar?». El salón «Ángel Herrera» estaba a rebosar.
Antes de escalar la primera montaña, la Hna. Chittister presentó una panorámica de la vida consagrada desde una doble perspectiva: la social y la espiritual. La vida consagrada es invitada hoy a ir más allá de sí misma, a ascender una serie de montañas. No han sido elegidas de una forma arbitraria, sino orientados por diferentes tradiciones judeo-cristianas. Son ocho montañas alusivas a cuanto es necesario revitalizar en la vida consagrada contemporánea.
La primera montaña es el monte Sinaí, lugar donde Dios se reveló al Pueblo de Israel. El Sinaí nos invita a vivir y a transmitir una profunda y auténtica espiritualidad. La segunda montaña es Gelboé, donde David y Saúl vivieron acontecimientos importantes. Los montes de Gelboé nos sustraen de lo habitual –de todo cuanto está hecho y bien organizado– y nos impelen a dejarnos llevar por el Espíritu. El monte de los Olivos es la tercera montaña. En este monte Jesús se preparó para la crucifixión. ¿No nos incitará a solidarizarnos radicalmente con los pobres y excluidos de la sociedad? El monte Moria fue el lugar indicado para que Abraham sacrificara a su hijo Isaac, renunciando así a su presente y a su futuro. ¡Cuántos anclajes con el pasado, envejecido y falto de encanto para las nuevas vocaciones, nos impiden arriesgarnos! La quinta montaña es el Carmelo, lugar donde Elías desafió al pueblo que adoraba a otros dioses. Hoy nos insta a optar por el Dios de Jesús y por su Reino. El quinto es el monte Hermón. Aquí se transfiguró Jesús, mientras Moisés y Elías conversaron con él. Es el monte de la profecía. La vida consagrada ¿no está llamada a ser una auténtica profecía? Los samaritanos adoraban a Dios en el monte Garizín. En él se encuentra Jesús con la Samaritana. Es absurdo actuar sólo con una mano o con medio cerebro; es preciso, más bien, que la espiritualidad feminista enriquezca a todo el Pueblo de Dios. La octava y última montaña es el monte de las bienaventuranzas. La vida consagrada, entregada «al radicalismo de las bienaventuranzas» aprende en este monte a abrirse aun a aquellas personas que solamente quieren estar un tiempo en nuestros institutos para proyectarse en el mundo como verdaderos hombres y mujeres espirituales. Concluyó, la Hna. Chittister, con tres verbos, invitación a escalar sin dubitación cada montaña: «¡Vive, vive, vive!». En el diálogo que siguió a continuación nos recordó que san Benito nos invitaría hoy a ser no sólo gente de paz, sino agentes de paz.
Actitudes personales y comunitarias
La primera comunicación de la tarde versó sobre las «actitudes personales y comunitarias». Estuvo a cargo de Mariela Martínez, religiosa dominica, profesora de Biblia y religión. Se refirió a las actitudes imprescindibles ante el proceso de mejora y revitalización. La vida religiosa de hoy ha de tener dos actitudes indispensables: el despojo y la itinerancia. Un despojo que nos lleve a vivir con un corazón de mudanza, que nos lleve a abrir las ventanas e ir a la frontera de la vida y de la religión. Una itinerancia que nos lance a transitar los caminos en los que renovemos nuestra opción de seguimiento y discipulado; que nos adentre en el desierto donde dejemos resonar la Palabra y seamos educados en “nuestro ser de creyentes”. Por último es importante crear las condiciones, «decorar» nuestras comunidades, integrando lo personal y lo comunitario, proyectos que nos permitan tener encuentros nutricios que integren la fe y la vida.
Plan de mejora económica
La segunda comunicación estuvo a cargo de Mª. Pilar Portaspana, licenciada en económica, diplomada en empresariales y auditora oficial de cuentas. Aunque el tema «económico» siempre venga el final de todo, comenzó diciendo Mª. Pilar, es ineludible también en la vida consagrada. Es indispensable que el instituto religioso ponga atención en la adecuada estructura económico-financiera que sostenga los proyectos apostólicos que tiene; en la correcta administración de los bienes y recursos de los que se dispone. Es importante verificar la coherencia entre los objetivos pretendidos y los medios económicos destinados a la consecución de dichos objetivos. La vida consagrada tiene el reto de conjugar la eficacia profesional, la coherencia evangélica y el testimonio carismático. Por último, Mª. Pilar sugirió tener perspectiva de futuro para elaborar un plan en el que se prevea una estrategia que permita la adecuada administración de los recursos y el logro de las metas y de los objetivos planificados en el ejercicio de la misión.
El trabajo de la tarde había sido intenso, y la hora muy avanzada. En la tarde de hoy no tuvimos espacio para la meditación bíblica. Finalizó la jornada pasadas las ocho de la tarde. Los semanistas quedaron convocados para los actos finales del día 14.
Gustavo Llaguno Velasco
Ángel Aparicio Rodríguez (Cronistas).