La mañana del tercer día comenzó la eucaristía presidida por el religioso jesuita José María Rodríguez Olaizola, anfitrión del Espacio Maldonado que acoge esta 53º Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada. Tras caldear el corazón con el pan compartido y la bellísima liturgia que la Iglesia nos propone para este viernes de Pascua, tuvo lugar la primera ponencia del día, que corrió a cargo del hermano de La Salle Rafael Matas, el cual inició su charla con una pregunta directa “¿Eres o no eres feliz? Porque la fraternidad sin felicidad no construye comunidad”, advirtió.
Pero, al mismo tiempo, a ojos del experto no habría que perder de vista que “la fraternidad es una tarea siempre en construcción”, que además, “requiere mucha creatividad”. Así, estar en camino significa “no ponerse fecha de caducidad, -eso solo lo sabe Dios- y “quitarse ‘los barnices’, es decir, aquello que impide que el corazón lata con fuerza, que la misión sea una ilusión, que mi hermano me afecte y deje de ser un peso”. “Estos barnices nos impiden ser caricia de Dios para el otro”.
“No estoy diciendo que las fraternidades que tengamos sean malas, es que nuestro ser cristiano requiere ambición, requiere ir a más”. Y ese ir más allá queda frenado por algunas actitudes, muy reales en nuestro día a día, que el religioso acertó a resumir en dos: “mirada corta y desconfianza a construir con los laicos un único proyecto comunitario en el que expresar nuestros sueños y especificar cómo lo realizamos”. Y es que la misión compartida “no es real sin vida compartida”.
Seguidamente, el ponente quiso resumir el corazón de su charla con una sola idea: “escribir las conclusiones de nuestros capítulos en un solo folio”. La expresión, llena de sentido pero también de humor, hizo resonar una sonora carcajada en el salón, pero Matas pasó a explicarse con más finura: “En realidad, hablo de la voluntad de convertirse un poco más cada día”. Pues, “¿qué fraternidad podemos construir si no nos cuidamos un poco? Estamos llamados a rehacer la comunidad para ser felices juntos”.
Dos actitudes
“Recuperemos el itinerario que nos hace generar fraternidad: venir de Dios, vivir en Dios y vamos a Dios”, resumió. La profundidad de este camino radica rechazar la tentación de ser “como dioses”. “Si perdemos la centralidad en Cristo, si queremos ser nosotros los señores de nuestra vida, ¿cómo podremos construir espacios de fraternidad?”. “Es imposible”, contestó. “No busquemos, por favor, ir a una comunidad donde los demás nos sirvan como mayordomos”
La segunda actitud, fundamental para el experto, “es comunicar y compartir la propia experiencia de Dios”. “No digo saber explicar quién es Dios. Digo saber decir quién es Dios para mí”, recalcó. “Tened en cuenta que la comunidad no funciona cuando matamos lo trascendente”, concluyó.