Introducción
Un año más, el Instituto Teológico de Vida Religiosa (itvr), comenzó su Semana Nacional de Vida Religiosa a las cinco de la tarde del 10 de abril. Es la trigésimo sexta semana, cuyo título reza así: «Revitalización carismática y mejora organizativa». Han acudido a la convocatoria unas setecientas personas, procedentes de 30 países. Es de lamentar, una vez más, que los varones tengan tan sólo una presencia representativa.
El director del Instituto, catedrático Dr. José Cristo Rey García Paredes, inauguró la Semana con las palabras siguientes: «El momento que está viviendo la vida consagrada en Europa es crítico. Lo estamos experimentando a todos los niveles. Hay generaciones mayoritarias a las que se les está acabando el tiempo. Hay otras generaciones más jóvenes que son minoritarias y ven difícil llevar adelante la herencia recibida. El agobio que nos produce la situación conlleva –y es comprensible- un amortiguamiento del entusiasmo carismático y nuestra fe se ve muy tentada». Aludió a continuación a las distintas partes que configuran el programa: ponencias, talleres, mesa redonda, comunicaciones y meditación bíblica.
En nombre de la Universidad de Salamanca, y como decano de la Facultad de Teología, a la que está integrado el itvr, el profesor Dr. Gonzalo Tejerina, osa., resaltó el quehacer científico del itvr, una de cuyas muestras de alcance nacional son las Semanas de vida consagrada. A continuación intervino el P. Alejandro Fernández Barrajón, O. de M., como presidente de la «Confer» –«hogar y punto de encuentro de la vida religiosa española»–, percibió en nuestra actual vida consagrada «deseos ardientes de nacer de nuevo», y añadió, casi al final de su intervención, que «todo lo que sea abrir caminos y romper corsés en la vida religiosa del presente nos convoca y nos hermana». Quedaba así el terreno preparado para formular la primera pregunta de la semana.
¿Por qué la revitalización carismática y la reforma organizativa? Respuesta del sociólogo
La pregunta fue abordada desde la sociología, bajo en título siguiente: «Urgencias de reorganización, de fusión…»; el subtítulo precisaba: «Precariedad de la vida consagrada en Europa: límites y posibilidades». Abordó el tema el sociólogo profesor Pedro Belderrain Belderrain, cmf. Precisó qué debemos entender por «precariedad» e insinuó lo difícil que es precisar los límites de Europa. Su intervención se basó en las estadísticas, si bien no quiso agobiar a los asistentes a ritmo de números. La «precariedad», como algo poco estable o durable por no tener medios o recursos suficientes, afecta no sólo a la VC sino a la Iglesia y a la acogida del evangelio en las sociedades europeas. El reto actual de la increencia nos cuestiona en qué condiciones podrá servir al Evangelio la VC en el futuro. Es evidente que, a lo largo de los últimos treinta años, la vida consagrada ha decrecido notablemente en Europa. Un dato tan sólo, los novicios y novicias europeos que en 1982 ascendían a 9.164, en el 2002 tan sólo sumaban 5.816. La vida consagrada europea vive en la precariedad, como le sucede también la Iglesia europea. En esta situación de precariedad, «¿por qué la revitalización carismática y la reforma organizativa?»
No se trata de inventar la vida consagrada, sino «de hacer nosotros hoy lo que harían nuestros fundadores en situaciones semejantes […] No basta con recrear el espíritu (vino), sino que es necesario crear estructuras nuevas (odres) que lo contengan», dijo Belderrain, citando a Fr. José Rodríguez Carballo. Es decir, la vida consagrada está llamada a ser más evangélica y a ofrecer un fruto más coherente en estructuras, mediaciones y en unas formas más en consonancia con los tiempos que estamos viviendo. Aunque los indicadores sociológicos induzcan al pesimismo, existen razones para ser optimistas; todas ellas se derivan del hecho de ser cristianos: creemos en el Señor y en el poder transformador de su Espíritu.
Respuesta del historiador
El historiador y profesor Miguel Angel Orcasitas, religioso agustino, nos recordó el sabio principio: «La historia es maestra de la vida». Antes de proponer las «claves de revitalización y de mejora» –era el subtítulo de su conferencia: «Las lecciones de la historia»–, propuso cuatro principios:
1. La vida religiosa es el termómetro de la situación de la Iglesia;
2. es un don del Espíritu a la Iglesia, según las necesidades de cada momento;
3. es una escuela de santidad;
4. aunque, de suyo, es una muerte al mundo, está expuesta a las heridas procedentes del mundo.
Las claves que explican la decadencia y la revitalización de la vida consagrada son eclesiales y sociales. Una de las claves eclesiales que ha tenido particular incidencia en la situación actual de la vida consagrada es el cambio de mentalidad teológica. A raíz del Vaticano II dejó de hablarse de «estado de perfección», por entender justamente que la «perfección» atañe a todo bautizado. Desaparecida esta categoría teológica, que había sido tenida como propia y peculiar de la vida religiosa, ésta se adentró en un proceso de «reforma», que ya no debe ser entendida como en los tiempos de Trento: un retorno a la observancia primitiva, sino como una vuelta a las fuentes de toda vida cristiana, atendiendo las cambiantes circunstancias de los tiempos, según la mentalidad del Vaticano II. Pero para explicar adecuadamente la decadencia actual de la vida consagrada es necesario añadir un conjunto de causas sociales: persecuciones y supresiones, intromisiones laicales, el influjo del pensamiento moderno y postmoderno, el abismo abierto entre fe y cultura y, sobre todo, la depreciación actual de los valores religiosos con el consiguiente desprestigio de la vida religiosa.
Si queremos asomarnos al futuro de la vida consagrada, también habrá que tener en cuenta un conjunto de claves eclesiales y sociales. La vida consagrada tiene tras de sí una historia de gran riqueza y creatividad sorprendente por su capacidad para renovarse, adaptarse y recrear formas nuevas. La vida consagrada es, ella misma, una historia de la fidelidad creativa. Esta historia no es unidireccional sino cíclica, con altos y bajos, fruto de la realidad eclesial y de su dinámica propia. La historia de los propios institutos puede ser la mejor aportación para su revitalización; de ahí la necesidad de promover los valores que la historia nos enseña; entre otros: la renovación constante, no desvirtuar el carisma con la acomodación, recuperar dinámicamente la centralidad del seguimiento de Jesús, la fraternidad, la dimensión misionera en lugares de frontera, ser signos de valores diferentes, ser profetas de esperanza. El profesor Orcasitas Dejó bien claro que el ser y misión de la vida religiosa no depende tanto del número sino de la calidad de vida de las personas consagradas.
Una oración-meditación bíblica para concluir
El profesor Gonzalo Tejerina clausuró la primera tarde de la semana con una meditación sobre el texto de Lucas: «No temas, pequeño rebaño». Dos breves lecturas del antiguo Testamento, proclamadas antes de la intervención de cada uno de ponentes, fueron preparando la meditación final. Fueron lecturas tomadas de Oseas (11,1-4) y de Isaías (66,12-14). Se anticipaba en las lecturas el tema de la meditación-oración final: la exhortación a «no temer» y la asistencia consoladoramente tierna de Dios a su pueblo. Somos una pequeña minoría entre la minoría eclesial. Puede cundir el temor. «No temas». Con un matiz de afecto inefable, el Señor se dirige esta tarde a cada uno de nosotros, llamándonos «rebañito mío». La causa para alejar todo temor es profunda y firme: «A vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el reino». «Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?», podemos interrogarnos con Pablo. Con esta sabrosa meditación de Gonzalo Tejerina se cerró la sesión a las 20:30 Horas. Los setecientos semanistas quedaron emplazados para el trabajo en talleres que se iniciarán mañana por la mañana..