La última conferencia del ciclo ‘Los Jueves del ITVR’, pronunciada el pasado día 28 de noviembre, fue una invitación a romper inercias paralizantes y ponerse en camino, rumbo al Jubileo de la esperanza que la Iglesia nos propone comenzar el próximo día de Nochebuena. Así, el religioso jesuita David Cabrera, a cuyo cargo corrió la conferencia, supo sintonizar el dial de nuestro corazón con el de Dios, “que nos invita a vivir siempre una vida más plena y significativa”. El acto fue introducido por María José Tuñón, aci, directora de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española, que nos invitaba, a las puertas de un nuevo tiempo litúrgico, a ponernos en “modo Belén, acercándonos al Misterio como orantes y peregrinos”
Así, la conferencia que llevaba por título ‘La fiesta de la vida: el ser humano como ser celebrante’, supuso un precioso impulso para enfrentar con alegría y determinación la experiencia del jubileo, “a la que todos nos hemos de sentir invitados”, recordaba el religioso. Por ello, desde una lectura pastoral, el profesor Cabrera, acompañante de jóvenes, comunidades, ejercicios y otras muchas experiencias de espiritualidad ignaciana, comenzó su charla desmenuzando los elementos presentes en la celebración de este próximo Año Santo: oración, peregrinación y esperanza. “Un ser que ora, celebra la vida en Dios y el encuentro con Él”, concedió. A la vez, el conferenciante expuso el deseo de “una dinámica de peregrinación interior, puesta por Dios en el corazón de cada uno, que busca dentro de sí nuevos caminos interiores que nos lleven a pozos de agua fresca”. Finalmente, “me gustaría que el sentido de la esperanza en este jubileo evoque a la esperanza vivida, es decir, aquella que puede soplar aire nuevo sobre las ascuas de nuestra fe”.
“Todo camino requiere paciencia, saber estar y saber permanecer”, constató Cabrera. “Además, la paciencia calma aquello que en nuestra vida esté agitado”, añadió interrogando acerca de la capacidad que habríamos de tener para vivir la celebración del jubileo. “¿Cómo no íbamos a celebrar así un acto de solemnidad como el que nos acerca nuestra madre la Iglesia?”, formulaba.
“La celebración requiere de una mesa compartida por todos, incluyendo a pecadores y recaudadores de impuestos”, exhortaba a continuación pidiendo “corazones amplios”. Y al mismo tiempo, la celebración dentro de este ámbito teologal, “provoca el nacimiento de algo nuevo, y nunca nos deja salir de la misma forma en que entramos”, recordó apelando a la dimensión social y, finalmente, transformadora de la celebración.
“¡Qué importante es que nuestras celebraciones tengan que ver con la expresión de la alegría y el gozo!”, exclamó en los últimos compases de su charla. “Se nos debería notar el encuentro con el Señor Jesús, y cómo tal encuentro nos consuela profundamente”, finalizó con tono cercano.
Antes de cerrar el ciclo de conferencias, el P. Antonio Bellella quiso pronunciar unas palabras conclusivas de agradecimiento. “En primer, lugar, para todos los asistentes a estas ocho tardes de reflexión que desde este instituto hemos puesto en marcha un año más”, comenzó el director de esta casa, aludiendo a las más de 50.000 visualizaciones que hasta el momento acumula ‘Los Jueves del ITVR’ de este curso en nuestro canal de Youtube.
Un ciclo que, preparado conjuntamente por la CONFER, la comisión episcopal para la vida consagrada de la CEE, la CEDIS y nuestro ITVR, solo podía derivar en unas jornadas extraordinarias. “Primero, por el perfil de los conferenciantes, que han sabido enriquecer este lugar de encuentro, manifestando que en la Iglesia todos somos hermanos”, añadió el claretiano. “Mis palabras de agradecimiento quieren extenderse a todos cuanto se han sumado a esta iniciativa que tanto bien nos ha hecho a todos”, finalizó el director. “¡Hasta el año que viene!”