El sábado 20 de abril, con la celebración del Simposio de los Institutos Seculares-CEDIS, Comunión en la diáspora, se cerró el ciclo formativo sobre los caminos de «comunión» y fraternidad, que el ITVR–ERA ha ofrecido en el presente curso 2023-2024.
Los preparativos remotos de este ciclo formativo comenzaron en junio pasado, cuando el ITVR propuso tanto a las Familias Eclesiales de Vida Consagrada como a los Institutos Seculares (CEDIS) la celebración de sendos simposios durante el curso 2023 — 2024. Pretendíamos con ello abrir esta casa a los ámbitos de la vida consagrada que, jurídicamente, no forman parte de la vida religiosa y —en sintonía con el espíritu sinodal— expresar la voluntad de «caminar juntos», de escucharnos, de conversar espiritualmente sobre todo aquello que nos inquieta y de discernir qué quiere Dios de nosotros en este momento tan particular de nuestra historia.
El simposio de las Familias Eclesiales de Vida Consagrada se tuvo a finales de enero de este año, celebrándose bajo el lema «en comunión»; el segundo simposio, organizado por CEDIS, ha girado en torno a la misma aspiración de fondo: «comunión en la diáspora». La motivación de la 53ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada coincidió con la de ambos simposios: «comunión y fraternidad: dos tareas siempre pendientes». Una misma palabra ha inspirado pues los tres eventos: comunión. ¿Se trata de una mera coincidencia? Sin duda, no. Estamos más bien atendiendo a una interpelación de nuestro tiempo eclesial, una llamada que expresa no solo un deseo legítimo —el de cumplir el mandato de nuestro Señor de ser uno para que el mundo crea—, sino ante todo el proyecto de visibilizar con mayor intensidad la voluntad de vivir nuestra identidad eclesial, como vida consagrada, en un abanico de relaciones nuevas y significativas, configuradas por el encuentro con el Resucitado, la práctica cotidiana del seguimiento de Cristo y el empeño por testimoniar la alegría del Evangelio, construyendo día a día la comunión eclesial.
Pero si es importante la palabra «comunión», como categoría sustantiva y eje articulador de los simposios mencionados y de la Semana de Vida Consagrada, no menos fundamental es lo adjetivo —el matiz específico— que se ha dado a cada una de las tres citas, abordando la riqueza de la comunión desde tres perspectivas complementarias: «en familia», «en fraternidad» y «en la diáspora».
Sobre el simposio de las Familias Eclesiales y la 53ª Semana, ya se informó puntualmente en su día. Ahora corresponde hacer una pequeña crónica del encuentro del sábado 20 de abril, celebrado en el Salón de Actos del ITVR. En torno al mencionado lema «comunión en la diáspora», nos reunimos casi 100 participantes presenciales y otros tantos online para seguir el programa de una jornada intensa que, en opinión de los participantes, resultó todo un éxito.
El tema se inspiraba en los primeros versículos de la primera carta de Pedro, es decir, en el solemne saludo a los cristianos de varias comunidades de Asia Menor. Estos últimos, aun formando parte de una minoría social dividida en grupos dispersos, gozaban de la gran dignidad que les daba el vivir una comunión basada en la elección de Dios, la santificación en el Espíritu y la purificación por la obediencia a Cristo.
Tres ponencias ayudaron a desentrañar la riqueza de este texto, aplicándolo a la realidad actual de nuestra Iglesia y de los Institutos Seculares. La primera estuvo a cargo del profesor Fernando Rivas, de la Universidad Pontificia Comillas: La diáspora en la Sagrada Escritura. Los cristianos de los siglos II y III; la segunda corrió a cargo de la profesora Beatriz de Ancos, de la Universidad Católica de Valencia: Un canto de júbilo vivido en el compromiso de la cariad política. Y la tercera fue pronunciada por Ricardo Aldana, del Instituto de Teología Lumen Gentium de Granada: Los Institutos seculares en la teología de Hans Urs von Balthasar y Adrienne von Speyr.
Lo reflexivo y lo celebrativo fueron de la mano. La mañana de intensa reflexión se cerró con el broche de oro de la Eucaristía, presidida por Monseñor Jesús Vidal, vicario general de la Archidiócesis de Madrid. A la fiesta eucarística, siguió el compartir fraterno en los locales del ITVR. La tarde se abrió con una celebración orante, titulada La Palabra que nos configura, en torno a algo tan propio de los Institutos Seculares como es el testimonio sencillo, discreto y elocuente de sus miembros en medio del mundo.
El simposio concluyó con unas palabras de síntesis y de agradecimiento pronunciadas por María del Carmen Fernández, presidente de CEDIS. En su breve discurso, enfatizó el espíritu familiar y la profunda comunión y sintonía, que se perciben entre los miembros de los Institutos Seculares, y de ellos con el resto de la Iglesia.