José Luis Segovia: “La mayor innovación es volver a la más originante tradición”. Los Jueves del ITVR: “La Iglesia en estado de misión”
Ayer, jueves 21 de noviembre, tuvo lugar la penúltima de las conferencias del ciclo de “Los jueves del ITVR” de este año 2019, que tuvo como ponente a José Luis Segovia, Vicario de Pastoral Social e innovación de la Archidiócesis de Madrid. Bajo el título “Misión e innovación, caminos por descubrir” ofreció una reflexión sobre este binomio tan crucial y desafiante para nuestros días. Comenzó recordando que su vicaría no tiene que ver con el I+D+I, sino que no hay mejor innovación que volver al Evangelio “sine glossa”. “Por eso, lo más innovador es volver a lo esencial, volver a lo teologal, conscientes de que el Reino de Dios se pasea en zapatillas por las periferias de la historia”.
Dos desafíos: visibilizar a Dios y luchar contra el sufrimiento
Presentó dos desafíos fundamentales de nuestros días: Por un lado, hacer visible a Dios en un mundo que vive de espaldas a Él; y, en segundo lugar, afrontar la experiencia fundamental de todo ser humano que converge en la lucha contra el sufrimiento, sobre todo la provocada por la injusticia. En este punto reiteró su denuncia y recordó las declaraciones realizadas ese mismo día sobre la situación de unos menores obligados por las circunstancias a dormir en la calle con sus familias en pleno centro de Madrid.
Dos dimensiones fundamentales: identidad y misión
Prosiguió resaltando los peligros de caer en dos extremos: cuando exageramos los rasgos identitarios, generamos rechazos, exclusiones y barreras hacia el diferente; por el contrario, cuando nos envuelve la vorágine de la misión, que incorpora al otro con facilidad, existe un peligro de confundirse con el otro. “Estamos en unos tiempos, afirmó, que, sin ánimo de corregir al Papa, no se trata de estar ‘en salida’, sino en ‘dejar entrar’”. “Cuando una comunidad deja entrar se refuerza su dimensión identitaria y su dimensión misionera”.
En relación a las sensibilidades políticas afirmó que no importa si unos quitan clavos “a la derecha” y otros quitan clavos “a la izquierda”: “Lo importante es ponerse a los pies de los crucificados y bajarlos de sus cruces”.
Vida consagrada
En todo ello, la vida consagrada tiene una gran misión porque los carismas son un don,, regalo para toda la Iglesia, y un compromiso ineludible a la hora de afrontar la realidad social y eclesial. En este punto, como “innovación”, quiso incorporar a la Iglesia una “cuarta virtud teologal”: el sentido del humor. “Necesitamos relativizarnos a nosotros para dejar hueco al absoluto de Dios”. El sentido del humor, según Segovia, tiene que ver mucho con la humildad. Al relativizar el yo, posibilita la aparición del tú; permite construir el nosotros; y nos posibilita que emerja Él como presencia en nuestra vida.
Esperanza, diversidad y “amistad con los pobres”
Finalmente, apuntó algunos factores de esta evangelización hacia nuestros contemporáneos. En primer lugar, la esperanza. “Debemos ser capaces de cultivar la esperanza en ausencia de señales, porque Dios nos habla muchas veces a través del silencio. Estamos en tiempos áridos y probablemente van a venir tiempos peores”. Por eso, “si aprendimos de pequeños que fe es creer lo que no vimos, hoy podemos afirmar que fe es seguir creyendo a pesar de lo que se ve”. Ya que, “lo más contrario a la fe no es la increencia, sino el miedo”. “La fe es una acto de confianza en Dios que despliega un acto de confianza en los seres humanos”.
Respecto de la diversidad, afirmó que “la diferencia ‘en cristiano’ no es un muro, sino que me posibilita la experiencia de Dios como el totalmente Otro”. Y, finalmente recordó las palabras del Papa Francisco en la Jornada de los Pobres: “el auténtico pobre es el que todo lo espera y todo lo confía en Dios”. Si Dios es la esperanza de los pobres, solo estando cerca de ellos, cultivando “la amistad con los pobres” (que genera relaciones no de superioridad, sino de horizontalidad) podremos estar ciertamente cerca de Dios.
Diálogo: transmisión de la fe y desafío de la inmigración
Sobre la cuestión de la transmisión de la fe, subrayó que hoy la gran mayoría de la gente continúa teniendo un gran anhelo de infinito, pero los canales institucionales tradicionales no llegan a este tipo de personas. Por eso, es necesario salir a las plazas e intensificar la presencia de la Iglesia en las situaciones de experiencia límite (cárceles, hospitales, barrios de exclusión…). Y respecto al desafío de la inmigración recalcó los principios de la Iglesia: 1) La inmigración y los desplazamientos de personas son un constitutivo de lo humano desde siempre; 2) Hay que trabajar por defender y proteger el derecho a no tener que emigrar (ayuda en origen); 3) Es necesario garantizar rutas seguras para que los flujos migratorios sean ordenados, regulados y seguros, respetando el bien común que incluye a quienes les acogen; 4) poner en valor al dimensión de la “hospitalidad”, porque los inmigrantes, en cuanto sacramento de Dios, están sacando de nosotros lo mejor de nosotros mismos, más allá de nuestras diferencias ideológicas o eclesiales: “Cuando nos acercamos a los crucificados, se cumple el deseo de Jesús: que todos sean uno para que el mundo crea”. “La via caritatis es lo que hizo crecer a la Iglesia antigua y estoy seguro de que es lo que hará crecer a la Iglesia de nuestros días. No hay mayor innovación que volver a la más genuina tradición”.