Con la oración que es nuestro alimento diario se dio inicio al segundo día de actividades de la semana de la Vida Consagrada. Acto seguido, el Señor Obispo de Tarazona Eusebio Ignacio Hernández Sola O.A.R., agradeció por la pertinencia del tema de la Vida Consagrada tras las huellas de la Belleza, ya que su pedagogía es la que le ha permitido a los consagrados confortar los rostros desfigurados y con estas acciones se descubre al mundo lo valiosos que hay en cada persona.
Con estas palabras y el espíritu del texto de la Trasfiguración se dio apertura a la ponencia El lugar donde Dios brilla. Belleza y alegría en la Escritura, a cargo de la Prof.ª Mariola López Villanueva, RSCJ., para esto se contó con la moderación de la Prof.ª Ianire Angulo, quien hizo la presentación de una mujer que sabe gastar su vida entre lo cotidiano y la Palabra de Dios. Así nos adentrarnos en la belleza de la Palabra que coincide con nuestro ser profundo, porque ahí es donde se hace presente la belleza de Dios. Además la Escritura no sólo habla de lo pasado, ella también alimenta en el presente, al artista que da vida en su obra a la Palabra. Por ello la Vida Consagrada debe recuperar la mirada de los artistas, para contemplar en el mundo la belleza de la creación de Dios, como lo hizo el pueblo de Israel que además de escuchar vio.
Ese es el testimonio del autor sagrado que dice: ¡Cuán deseables son todas sus obras! Y así aún en una chispa se ve esto… ¿Quién podrá saciarse de contemplar su belleza? (Eclo 42, 22.25). Este es un ejercicio para adentrarnos en el imaginario de la lengua hebrea que habla de una belleza buena, que remite a rostros, es lo que brota del encuentro con el Creador por medio de lo que nos rodea. Para ello tenemos que ser iniciados en el amor. Es ir tras la gloria que no se puede contener en una imagen, pero que trasfigura el rostro de aquel que la observa. Dios se admira de su creación, le agrada lo bello y así es el rostro de Jesús en el bautismo. Por ello tenemos que volver a esa mirada primordial, para salir de las miradas negativas, que ignoran, que no ven y acoger con la mirada de Jesús, como lo hace el amor de una madre. La liturgia de las estrellas es signo de alabanza celestial porque son la evidencia de las huellas de Dios impresas en sus criaturas (Gén 1, 1-31)
Al estar vinculados por el rastro del artista (Sab 13,5) se puede descubrir el valor del estar acompañados, porque hay una mano si caemos, con quien celebrar y sobre todo nos haga ver lo bello aún en medio de lo horrible de la violencia; porque no hay fronteras entre los que sufren. Cuando nos salimos del espacio de la belleza lo hacemos por miedo, por ello en la Vida Consagrada se puede esconder el don. En últimas, la gracia de la belleza es algo para agradecer, para volver a mirar a quien está en la puerta, porque él es quien nos cura, esto es lo que nos permite ofrecer la vida hasta el final, con Espíritu suave y apacible (1 Pe 3, 3-4)
La fuente de la verdadera belleza procede de lo íntimo del corazón donde está la perla de mayor valor, por ello tenemos que reconciliarnos para crecer y acoger la gracia de Dios como experiencia de gratuidad. Ésta es la razón del sábado como el tiempo para dejarnos curar por Dios y es el motivo por el cual se le debe alabar. El descanso ayuda a mostrar la gratuidad de Dios que se sigue dando.
Si nos separamos del don de lo bello se hace la vida superficial, no se interesa por la justicia y se opaca al Creador, se hace posesivo y convierte la belleza en algo peligroso, por eso hay que recuperar la mirada limpia. Para ello está la mirada de Jesús que enseña a envejecer, porque se manifiesta de manera más plena en lo vulnerable y derrota a todo aquello que tiene como base el utilitarismo. Porque ser hombre de Dios hace fijar la mirada en aquellos que no cuentan, es lo que permite ir a las zonas donde hay carencia y manifestar allí el amor de Divino. Signo de ello es el rostro de María, la mujer bella por su ternura que acogió en sus manos la Palabra hecha carne. El testimonio de la Virgen María ayuda a descubrir el rostro de Dios en los aprosopos, en el rostro del crucificado, como lo hizo San Francisco de Asís. Hoy se puede hacer esto si se mira a los refugiados, porque allí está la cruz de nuestros días.
La mirada a la Cruz graba en nuestros corazones gestos que nos acompañan por toda la vida, descubren la relación con lo incipiente que se manifiesta en los más vulnerables, genera agradecimiento por todo y evita el hacer daño. La cruz anima a amar más, a reflejar el rostro del Padre que es la hermosura en plenitud. Somos ciegos tocados por la luz que manifiesta la presencia del Resucitado, que con sus heridas y su vulnerabilidad llena de alegría, porque la belleza lo trasfigura todo. Los consagrados tienen que ser los artistas de la belleza, han de ser la música que inspira la alegría que sana al comunicar la hermosura de la Palabra que está en los pequeños y los pobres.
SEGUNDA PONENCIA
Don Manuel García Monge, Obispo de Santander hizo la introducción a la segunda ponencia hablando de la belleza de la Iglesia que se manifiesta en la diversidad de las vocaciones de la Vida Consagrada. Reconociendo además que el trabajo de los religiosas es fruto de la contemplación del rostro trasfigurado en el Tabor, porque es desde allí que se puede estar al lado de los rostros desfigurados. Con este marco el Prof. Fernando Prado. Que hizo de moderador nos presentó a Don Sebastián Mora Rosado. Secretario general de Cáritas y su ponencia Descubrir la belleza en los rostros desfigurados.
La cual se inició con una cita de Rilke, que dice: “Bienaventurado quien sabe que, detrás de las palabras, está aquello que no se puede decir”. Porque descubrir la belleza en el rostro desfigurado en un mundo donde a tantos les cuesta vivir, es todo un desafío. No es sólo decir que este es el camino que nos lleva al encuentro con Jesucristo, esto se tiene que recorrer con la sabiduría del Espíritu. Porque contemplar la Belleza, genera conmoción y conduce a la alteridad. Este es el criterio de discernimiento. Para descubrir la belleza que habla de Dios, hay que ir a lo profundo de los infiernos, donde están los expulsados por la lógica económica que hace que muchas personas sobren, es allí donde hay rostros desfigurados que nadie quiere mirar.
Además es necesario reconocer que la impotencia y la frialdad se dan la mano en los buenos que no hacen nada. Ejemplo de ello se puede ver en la desatención y prejuicios con los refugiados. Estos procesos son los espejos donde se puede ver la sociedad que se ha construido por los realistas que se han atrincherado a esperar que la muerte solucione los problemas. Por eso como sociedad tenemos que bajar al dolor para poder experimentar la belleza del resucitado. Estamos a tiempo de vivir una espiritualidad estetizante, que nos saque del simple me gusta, para vivir la espiritualidad de la encarnación. No podemos caer en la tentación del selfi espiritual, la cual se convierte en el pecado que legítima el dolor, donde no importa lo que sientan los otros. La experiencia que vale es la que se ha vivido con los otros. La entrega es valiosa cuando nos entregamos y acogemos a los débiles y humanizamos su realidad, tenemos que bajar de la cruz a los crucificados.
Para esto se tiene que vivir la estética espiritual de la encarnación social y la trascendencia histórica. Tenemos que salir de la superficialidad para tener un fondo que permita la contemplación de la belleza. Se necesita cultivar la cultura de la “mistagogía” para ir de los datos a los rostros, de las transacciones a las relaciones. Tenemos que ser testigos de la debilidad. La apología de la belleza que se manifiesta en la cruz es la que permite construir la verdad y la bondad. Este es un compromiso que exige trabajar desde el reverso de la historia para testimoniar que otro mundo es posible. La belleza nos exige renunciar a nuestro ser para descubrir la belleza de los rostros desfigurados, cuando se acepta el dolor se descubre la belleza de la realidad, por lo tanto la de la cruz, en la que se entregó el más bello de los hombres. Para poder ver el dolor es necesario el ayuno de la mirada.
EUCARISTIA
Nuestra eucaristía fue precedida por monseñor Luis Ángel de las Heras Berzal, quien en su breve homilía nos dijo que las distintas circunstancias no deben de hacernos perder la alegría de nuestra espiritualidad. Que la alegría de la pascua es una invitación para vivir con humildad, para ello hay que evitar la egolatría.
TERCERA PONENCIA
La oración nos ubica en la belleza del Espíritu que nos hace renacer a la vida eterna. El Prof. Antonio Bellella nos presentó la belleza de la hospitalidad benedictina del monasterio de Silos, que junto con la naturaleza es el hogar del milenario claustro románico que está decorado con la belleza de mil años de oración. De allí viene dom Lorenzo Maté Sadornil, OSB, con su ponencia Tras las huellas de la belleza. Contemplación y testimonio.
El monacato desde su origen es evangelizador por el testimonio de vida que se da en el claustro, allí la Sagrada Escritura ilumina y cultiva la sabiduría. El monje que se mantiene en oración supera sus limitaciones con la salmodia y con la lectura establece la paz en el alma. Por eso la vida del monje es un sueño vigilante que se hace contemplativo, es signo de la vocación universal a la santidad. El monje por el deseo de Dios llega al desprecio de sí y del mundo, vive el desapego radical para contemplar la realidad como acto de fe y de amor.
Es por esto que la corriente benedictina se desarrolla desde la espiritualidad de la regla que destaca la vida activa, en un ambiente de oración, estudio y trabajo, como una iniciación para formar personas perfectas, que puedan entrar en la vida contemplativa, moldeada por el amor de Dios bajo el influjo del Espíritu. La naturaleza de la contemplación es fruto de la humildad, es capacidad para abrazar la verdad, enriquece el alma que busca a Dios, quien deja sentir su presencia y toca las fibras más íntimas. La contemplación es animado por el caminar tras el Bien Amado, que fascina por el Dios hecho hombre y el hombre hecho Dios.
El objeto de la fe es Dios revelado por Cristo, ante el cual tenemos que vivir en actitud activa y contemplativa. Por ello el testimonio del monasterio dentro de la Iglesia está desde los muros que hablan de la estabilidad que lo organiza. La liturgia que tiene un lugar muy importante, ayuda a mantener despierta la conciencia de todos los cristianos para que no anteponga el hacer por el ser. La acogida en el monasterio abre las puertas del corazón de los hombres que se sienten admirados, porque aún hoy hay lugares que confortan, al dar tranquilidad al diario vivir.
CUARTA PONENCIA
El Prof. J. Basilio Álvarez nos hizo la presentación de una mujer que traduce su belleza interior cuando educa con pasión, porque está convencida que ésta es la mejor manera de cambiar. Ella es la M. Mª Mar Sánchez Izuel, MN. Directora del Colegio Nazaret-Oporto (Madrid), que también nos comunicó su belleza con la ponencia Educar para la belleza en el s. XXI, porque hablar de la belleza es alimentar el alma.
Es claro que educar desde la belleza es permitir que la vida tenga sentido y esto es salvar el mundo. La educación es camino de humanización y esto es pasar por el corazón de los niños la buena noticia del Resucitado. El principal motivo de la innovación es el deseo que Dios sea reconocido en el corazón de cada niño. Los creyentes tenemos que saber poner en primer lugar la Vida, en el que cada día se tenga presente la capacidad de soñar. Antes de construir una barca es necesario avivar la nostalgia del mar, esta es más fuerte y constante que la eficacia, es así como se puede surcar los océanos del conocimiento.
El valor de la belleza que educa está que entra en la realidad para descubrir su auténtico significado. Para ello se cuanta con la invención y la disciplina que permiten que el conocimiento brote desde dentro. Es ahí donde se manifiesta el Artista que hace descubrir lo hermoso en sus creaturas. Inspirar en la sagrada familia de Gaudí es mirar hacia donde él mira, es descubrir que así como los arcos que apuntan al cielo, así debe ser la educación que hace reconocer que cuando se es débil es cuando se muestra la verdadera fuerza, porque lo que tira hacia abajo es lo que de verdad hace volar. Esto es descubrir la Belleza interior es la columna que soporta todo, porque es ahí donde se descubre la armonía. La vida es un regalo con el que no se puede jugar, conocer y enseñar su valor es un desafío que tiene que asumir el educador.
Por eso el perfil del educador tiene que estar fundamentado en el testimonio que embellece, tiene que inspirar la verdad y la bondad. Porque el testimonio es la dimensión más bella del educador. La educación trasforma la vida, cultiva la compasión y por el amor se puede conquistar el mundo. La educación tiene como punto de llegada el permitir que los niños miren con el color de los ojos del maestro. Ese es el testimonio del creyente que se ha encontrado con la mirada bondadosa del Resucitado, es desde ahí que podemos mirar con amor y educar en la belleza que salvará al mundo.