“Hoy, más que nunca, es importante promover el diálogo interreligioso desarrollándolo en la línea de la fraternidad y la amistad social, porque es la única manera de responder a la llamada del papa Francisco de ser todos artesanos de la paz”. Con estas palabras del Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el Card. Miguel Ángel Ayuso Guixot, mccj se cerraba la mañana del segundo día de la Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada. La del religioso comboniano fue una conferencia bien lúcida que abrió a la necesaria reflexión del tema del ‘nosotros inter-religioso’, “de nosotros como hermanos en el diálogo interreligioso y de la fraternidad humana”, según las propias palabras del purpurado.
“Es el momento de comenzar a construir algo nuevo”, afirmó. “Ahora es el momento de comenzar a crear la nueva vida de fraternidad, que requiere que vivamos desde lo más profundo de nuestra alma con ojos que puedan ver al otro en su necesidad”. “¿Y cómo vivir como creyentes, abiertos con el corazón y con la mente, el dialogo interreligioso como espacio de encuentro y apuesta de futuro?”, cuestionó.
“La Iglesia católica es consciente del valor que reviste la promoción de la amistad y del respeto entre hombres y mujeres de distintas tradiciones religiosas”, y más aún, “el papa Francisco, al ver en el respeto y la amistad dos actitudes fundamentales, abrió otra puerta para que el oxígeno de la fraternidad pudiera entrar en el diálogo entre personas de diferentes tradiciones religiosas, entre creyentes y no creyentes, y con todas las personas de buena voluntad”, sentenció. Este es, a juicio del comboniano el principio del ‘nosotros en relación’.
Seguidamente, el conferenciante desarrolló lo que sin duda es un gran ejemplo de colaboración interreligiosa, el Documento sobre la Fraternidad Humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado el 4 de febrero de 2019 por dos hombres ancianos y sabios, el papa Francisco y el Imam Al-Tayyeb, tras una larga y cuidadosa reflexión común en ámbito musulmán y católico. “Ciertamente, se puede decir que la firma del Documento fue una de aquellas acciones que generan nuevos dinamismos en la sociedad”, opinó el religioso. A renglón seguido, se detuvo en dos grandes cuestiones del Documento: “La primera es que, sin ambigüedad, el Papa y el Gran Imán advierten que nadie jamás está autorizado a usar el nombre de Dios para justificar la guerra, el terrorismo o cualquier otra forma de violencia”. “La segunda, y punto capital del texto es el subrayado que hacen de la necesidad de pasar de la mera tolerancia a la convivencia fraterna”. “A la luz de cuánto dije hasta ahora, surge el deber de un cuidado recíproco. Cuando Dios nos pregunta ‘¿Dónde está tu hermano?’, nadie podrá responder: ‘No lo sé’ (cfr. Gén 4, 9). La figura bíblica de Caín no tiene la última palabra. Yo soy el guardián de mi hermano y hermana”, interpeló.
Fratelli Tutti
“Con la Encíclica Fratelli tutti, el Papa esboza un camino para disipar las distintas sombras de un mundo cerrado”, continuó el Card. Ayuso Guixot. “La rectitud, la fidelidad, el amor por el bien común, el cuidado de los demás, especialmente de los necesitados, la benevolencia y la misericordia son elementos que podemos compartir con las distintas religiones”. “El Papa exhorta a todos a una fraternidad universal, que supere el odio, la dominación, la injusticia. Todos estamos llamados, a ser la figura del Buen Samaritano”.
“Diálogo y encuentro, para la Iglesia, no son medios, son fines”, afirmó. “Propiciar la cultura del encuentro significa establecer círculos concéntricos que van de la comunión eclesial amplia, a la fraternidad universal, al engranaje social, en el que la Iglesia puede derramar el bálsamo de su unidad y de su caridad”. “En el mundo hay muchas religiones y nosotros, los cristianos, desde el punto de vista interreligioso, tenemos que saber activar una relación de respeto y de amistad que no es un renunciar a nuestras creencias”. “Nosotros, cuando promovemos el diálogo auténtico, siempre decimos que tenemos que estar auténticamente enraizados en nuestra tradición”. “El otro, diferente de nosotros, es un don y un enriquecimiento para todos, porque las diferencias representan una posibilidad de crecimiento. La verdadera fraternidad no homologa, sino que nos permite seguir siendo nosotros mismos aun estando con los demás”, completó.
Por último, el cardenal Ayuso Guixzot quiso tener una mención especial directamente dirigida a los religiosos de distintas órdenas y congregaciones: “Estoy convencido que cada instituto, si se deja inspirar por la espiritualidad del diálogo, puede dar su propia contribución en el camino hacia la fraternidad y la coexistencia de las religiones y de las culturas. Los religiosos deben testimoniar que la defensa de la diversidad, de la pluralidad de culturas y de identidades es posible. Que el criterio de la fraternidad, que aspira a la universalidad, no es algo abstracto”.