Último día de la Semana, dedicado a la «imaginación e innovación misionera», después de habernos formulado algunas preguntas y de esbozar un «plan de mejora». Cabe preguntarse a estas alturas, después de tantos siglos de existencia de la vida consagrada en la Iglesia, ¿cómo innovar la misión, nuestra misión? Y ¿cómo imaginar lo que acaso, desde hace tantos siglos, está más que realizado? Tratándose de la vida consagrada, tal vez la mejor propuesta de imaginación y de innovación sea la vuelta al evangelio; concretamente al discurso programático de Jesús en Nazaret, según el evangelio de Lucas (4,14-22), con cuya lectura se inició la última y larga sesión de la Semana.
Comenzamos puntualmente a las 10:00 horas. Después de la presentación de los integrantes de la mesa presidencial, el director del Instituto, catedrático Dr. José Cristo Rey García Paredes, desplegó ante el auditorio la hoja de ruta que se seguiría y a continuación comentó: «Hoy es un día importante pues queremos adentrarnos en aquello que es esencial, en el núcleo de la revitalización de la vida consagrada».
Imaginación misionera e innovación estructural
La primera ponencia estuvo a cargo del Prof. Aquilino Bocos Merino, claretiano, ex-superior general de los Misioneros claretianos y organizador de las primeras nueve Semanas Nacionales de Vida Religiosa. Comenzó el P. Bocos introduciendo el tema con un poema de Antonio Machado y con una frase de F. Schiller: «Quien no se atreva a ir más allá de la realidad, jamás conquistará la verdad».
La ponencia se desarrolló en tres partes. En la primera parte exhortó a que la vida consagrada avivara y activara su imaginación misionera, lo cual es urgente ante los nuevos desafíos de la misión existentes en la actualidad. No se refería el ponente a una imaginación ociosa o a «la loca de la casa», según el decir de Santa Teresa, sino a la imaginación de la caridad, que se deje llevar por el impulso del Espíritu y nos permita diseñar el futuro de nuestros institutos. En la segunda parte abordó el tema de la innovación estructural. No se trata solamente de reorganizarnos, sino de colaborar, desde nuestras limitaciones y precariedad, a que las estructuras estén al servicio de una permanente innovación del Espíritu en nuestras personas, comunidades y familias religiosas. En la tercera parte nos habló de la necesidad de liberar lo profético que llevamos dentro. Lo primero que hay que hacer, para ello, es cuidar con esmero a las personas; después vendrá el ajuste de las estructuras. La clave estará en tener una vida fraterna como signo y estímulo e implicarnos todos en los nuevos areópagos de la misión. Concluyó con una vehemente exhortación: «ésta es nuestra hora», dijo, «en esta hora el Espíritu está a la puerta y llama; es la hora oponernos a todo lo que es el anti-reino y de fomentar la comunión misionera, estando en medio y con los que esperan ser llamados bienaventurados».
El joven rico y Nicodemo: iconos para la vida consagrada
La segunda ponencia, y última de la Semana, estuvo a cargo de Mons. Gianfranco Agostino Gardin (franciscano conventual), Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (civcsva). Mons. Gardin estuvo presente en la Semana desde del primer día, como «discípulo», para aprender –nos confesó con humildad franciscana–. En la mañana de hoy le escuchamos como maestro competente en lo que atañe a la vida consagrada.
Fue diseñando ante los semanistas dos paradigmas evangélicos valederos para la vida consagrada: el encuentro de Jesús con el joven rico, y la figura de Nicodemo. Basándose en los correspondientes textos evangélicos, fue esclareciendo la identidad y misión de la vida consagrada contemporánea. De los pasajes bíblicos dedujo una serie de prioridades: La fe es anterior al ritual y a todo lo institucional; el seguimiento de Jesús es anterior al incremento del instituto; la comunión fraterna es anterior a las reglas y normas; la pobreza es anterior a la eficacia de las obras; el espíritu misionero es anterior a las obras misioneras; y, por último, la selección vocacional es previa a la profesión perpetua.
Diez propuestas
Es el tercer momento de esta mañana tan apretada. Dos alumnos del Instituto Teológico de la Vida Religiosa expusieron diez propuestas o conclusiones, elaboradas por ellos a partir de las ponencias y los talleres realizados de la Semana.
Aunque el lector encontrará las propuestas en el capítulo «conferencias» de nuestra página web (www.itvr.org), ofrecemos aquí una síntesis: Ante la precariedad de la vida consagrada en Europa, es ineludible que nuestra vida consagrada sea más evangélica, con mayor capacidad creativa, más apasionada por el Reino, dialogante con la realidad, inclusiva de hombres y mujeres; una vida consagrada que sube las montañas de una revitalización profunda, que ve más allá de sí misma, que se abre al futuro de una manera esperanzadora, con estructuras que faciliten la comunión con toda la Iglesia y estén en consonancia con la misión. En definitiva, una vida consagrada que transita simultáneamente por los caminos de revitalización carismática y de las innovaciones estructurales.
Una palabra final
Antes de levantar la sesión y de que los semanistas fueran camino de la Iglesia para la celebración eucarística, en director del Instituto expresó su gratitud a todos los que han hecho posible la realización de la 36ª Semana nacional de vida consagrada, y convocó a los asistentes para la 37ª edición que tendrá lugar, si Dios quiere, durante la semana de Pascua del 2008; es decir, del 25 al 29 de marzo. La Eucaristía, presidida por Mons. Gardin, fue el colofón de la Semana y el sacramento de cuanto hemos querido decir y proponer. ¡Ojalá que hayamos reconocido al Señor Jesús al partir el pan! Con el Pan partido y repartido, podremos llegar a ser pan compartido por todos y entre todos. Así lo quiera el Señor.
Gustavo Llaguno Velasco
Ángel Aparicio Rodríguez
(Cronistas)