(Fuente: Vida Nueva Digital. José Beltrán)
En el acto inaugural, durante el que se homenajeó al fallecido cardenal Fernando Sebastián, participaron el presidente de la Fundación Pablo VI, Ginés García Beltrán; la presidenta de CONFER, Mariña Ríos; y la presidente de CEDIS, Vicenta Estellés. Junto a ellos, como anfitriones, el director del ITVR, Carlos Martínez Oliveras, así como el provincial de los claretianos, Pedro Belderrain.
El obispo de Getafe y presidente de la Fundación Pablo VI, Ginés García Beltrán, instó a los religiosos a “iniciar procesos y no poseer espacios”. “No podemos quedarnos encerrados. Hay que estar en salida misionera, como nos pide el Papa Francisco, para lo que necesitamos una verdadera conversión personal y pastoral, conversión en la santidad y en las estructuras”, expresó el prelado.
El ser y el hacer de los consagrados
“¿Qué os pediría yo como obispo y como cristiano a los consagrados”, planteó ante un auditorio repleto. “Que vuestra presencia como sujetos e instrumentos de esta reforma eclesial se centre primero, en ser lo que sois. Es muy importante lo que hacéis y si no estuvierais, ¿qué sería de la Iglesia? Pongo de relieve lo que sois y lo que aportéis vuestros carismas. Cuando un provincial me dice “nos vamos”, me parece desgarrador”, reflexionó.
De la misma manera, les invitó a “suscitar experiencia de Dios, sed espacios teológicos”. “La vida consagrada nació para ser vanguardia, en la enseñanza, en lo social, en la acción caritativa…. No os canséis de vivir vuestra vocación de vanguardia, de frontera, de periferia. Porque allí donde no llegamos nosotros, vosotros sí lo hacéis . La vida consagrada no está muerta”, enfatizó.
Volver a los orígenes
Sobre el proceso de reforma que vive la Iglesia, García Beltrán destacó que “nuestra realidad ha dejado de ser unidireccional, como una calzada romana, sino como un cruce de caminos que nos interpela y tenemos que responder volviendo a los orígenes, a las fuentes”.
“No hay más reforma que la vuelta a Jesucristo para llenarnos de lo esencial, de lo que nos identifica, de la frescura de la persona de Cristo, lo que no significa prescindir de nuestra historia”, enfatizó.
Dejar el «siempre se ha hecho así»
En esta línea, apuntó que “estamos en tiempos ciertamente de reforma y ya no vale el ‘siempre se ha hecho así’. Sin duda que el Evangelio que anunciamos es el mismo porque Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, pero debemos servir al hombre de cada época. Nuestra misión es estar donde está la gente, incluida en la plaza digital”.
García Beltrán compartió además con el auditorio unas palabras del cardenal Sebastián tras la elección de Bergoglio como Papa en el que invita a “no obsesionarse con los cambios y con el cambio, sino poner los acentos en la fidelidad y autenticidad de nuestra vida”.
Libertad y desprendimiento
Por su parte, la presidenta de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Mariña Ríos, llamó a “acoger el tiempo actual como tiempo de Dios, con lucidez y responsabilidad, desde la búsqueda y discernimiento, con libertad y desprendimiento para dejarnos conducir con el Espíritu”.
La religiosa de la Compañía llamó a los religiosos a ser “mujeres y hombres de esperanza” que estén “anclados en lo fundamental, en el Señor de Jesús” para crear espacio de hospitalidad “allí donde el mundo excluye y deja fuera”.
En manos de Dios
“Las propuestas solo son verdaderas cuando emergen desde el fondo, desde el Evangelio que se encuentra con la realidad”, señaló sobre la llamada a la reforma que promueve el encuentro. “Los odres nuevos hacen referencia a los cambios de estructuras que estamos acometiendo en las instituciones, reestructurando comunidades y obras. Lo estamos haciendo para buscar un camino para el Reino, con la certeza espiritual de que estamos en manos de Dios”, explicó Mariña Ríos.
De la misma manera, puso en valor el trabajo en la misión compartida con los laicos, los proyectos intercongregacionales, la apuesta intercultural, como signo “frente al rechazo al extranjero y al migrante que estamos viendo”. “Estamos empeñados en el acompañamiento a los débiles y a los frágiles, en el cuidado de la tierra. Estamos humildemente abriendo caminos”, comentó.
Reconocernos como hermanos
Victoria Estellés, como presidenta de la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS), comentó la necesidad de “favorecer relaciones que permitan configurar un mundo nuevo en el que nos reconozcamos como hermanos”. Desde ahí, señaló cómo “la Iglesia nos necesita unidos a los consagrados, para no derramar ni una gota del Evangelio”.
En su intervención, el superior provincial de los Claretianos de Santiago, Pedro Belderrain, verbalizó una petición de “perdón que iría acompañado de un dolor bien profundo si en cualquier momento de este camino alguno de nosotros hubiera cruzado la línea de la barbaridad, el abuso, el desprecio o la falta de respeto a los santuarios sagrados que son el cuerpo, la intimidad y la conciencia de cada persona, sobre todo de las más castigadas por la vida, la injusticia o las consecuencias del pecado”.
Este perdón se extendió también a las situaciones en las que “hemos podido ser cómodos o cobardes”, especialmente cuando “hemos dejado que mujeres consagradas hayan vivido y defendido casi sin compañía masculina lo que deberíamos vivir y defender todos”.
Fidelidad creativa
Por su parte, el director del ITVR, Carlos Martínez Oliveras, se adentró en el programa para subrayar que “la hermenéutica de la reforma en la continuidad es siempre la clave para desarrollar una fidelidad creativa, una lealtad a los principios fundamentales recibidos de la tradición para actualizarlos a los nuevos tiempos cada vez más desafiantes y que avanzan con velocidad de vértigo”. “Reforma sí, digo bien, y no restauración. Reforma, sí, digo bien, y no ruptura”, comentó.
Martínez Oliveras fue más allá al afirmar que “estos tiempos nuevos, en los que no hay lugar ni para el duelo ni para la espera, exigen del hombre una novedad radical. No basta una simple adaptación. No es suficiente limpiar el cristal del escaparate. Es necesario renovar el interior. ¡Vino nuevo, en odres nuevos!”.
Sin claudicar a la mundanidad
Así planteó la necesidad de “repensar las estructuras con audacia y creatividad”, haciendo hincapié especialmente en materia formativa de las nuevas generaciones, consciente de que “solamente mirando a Jesús, podemos dar pasos seguros y hacia delante”.
De esta manera, planteó que “la santidad es el verdadero camino de la reforma de la Iglesia y, por tanto, de la vida consagrada”. Para ello, sugirió que ha de conformarse con el Evangelio y con los signos de los tiempos “sin claudicar a los valores de la mundanidad, ni ceder ante las presiones ideológicas. Sencillamente actualizarse, ‘aggiornarse’, para servir mejor a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”
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(Fuente: Vida Nueva Digital. José Beltrán)
El jesuita Julio Martínez está convencido de que la reforma de la vida consagrada pasa por reforzar “el compromiso radical, especialmente con los últimos”. El rector de la Universidad Pontifica Comillas considera necesario asumir un mayor compromiso político y a la vez “tareas que pasan sin mucho lucimiento y sí de forma callada” en favor de migrantes y refugiados.
En su intervención en la 48ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, apuntó que “nosotros, consagrados a Dios, estamos llamados a compartir el drama y ser voz de denuncia” en aras de la integración del extranjero. “Ni los partidos xenófobos que pescan en ese caladero ni la mayor parte de nuestros conciudadanos van a hacerlo como nosotros. Pero no porque seamos mejores, sino por la vocación a la que hemos sido llamados”, enfatizó.
Partiendo de ‘Gaudium et spes’, explicó que “no debemos tener miedo a afrontar en nuestros ministerios las cuestiones politico-sociales religiosa y moralmente”. “Bien es cierto que es un compromiso indirecto y no se trata de meternos en la política profesional, pero sí implica decir lo que tenemos que decir, reflexionando sobre las causas y estando conectados con una relación directa a lo que viven las personas”. En este sentido, añadió que “todos no podemos hacer todo. Unos podemos estar más especializados en el campo del estudio y la reflexión y otros, tocando y curando las heridas”.
Cristianismo no es moralismo
Martínez inició su intervención en este foro organizado por el Instituto Teológico de Vida Religiosa, constatando una “crisis cultural de mucha envergadura de la que la vida consagrada que no se libra”. Frente a las tentaciones de este contexto cultural, presentó que “el cristianismo no es un moralismo, sino un don que se nos ha dado y nos sostiene”.
El religioso jesuita hizo suyo el llamamiento del papa Francisco a la cultura del encuentro para reivindicar que “necesitamos una visión pascual de la historia”. “Nuestro compromiso debe ser un testimonio de un Dios salvante y salvador”, señaló. A la vez, alertó del clericalismo y de la mundanidad como enemigo para la vida consagrada, si bien defendió de la “inserción en el mundo”. “Dios llama a los que quiere, no a los que queremos que llame”, dejó caer en materia de pastoral vocacional, a la par que advirtió de descuidar posteriormente el acompañamiento y la formación permanente.
La misión compartida
También se refirió en su ponencia al papel de los seglares: “Los religiosos somos los primogénitos del carisma, pero no somos los únicos que hemos recibido el carisma, aunque a veces queremos retener el poder fáctico”. En este sentido, reconoció “el sentimiento de pertenencia e identidad profunda de muchos laicos” en tanto que son ellos quienes “pueden ayudarnos a encarnar el carisma hoy” lo que exige “participación y reconocimiento institucional desde una fidelidad creativa y conjunta”.
Sobre la aportación de la vida consagrada al bien común, apuntó que “gracias a Dios tenemos un buen marco en nuestra Constitución que defiende en su artículo 16 una laicidad positiva”. Eso sí, matizó que “el aprecio por lo público no significa que todo sea de titularidad pública. Desembocan en esa vida pública todas las organizaciones de la sociedad que contribuyan al bien común”.
Parafraseando de forma constante el libro-entrevista ‘La fuerza de la vocación’ (Publicaciones Claretianas) de Fernando Prado al papa Francisco, llamó a un serio discernimiento para que las obras no sepulten un carisma, pero tampoco a rechazarlas sin más: “No es para tirarnos por la ventana. No digamos ‘cerremos los colegios’, sino busquemos otras vías de salida”.
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(Fuente: Vida Nueva. Elena Magariños)
«La Iglesia está llamada a interpretar los signos de los tiempos. La Agenda para el Desarrollo Sostenible de 2030 puede ser uno de estos signos», ha dicho, durante su intervención en la 48ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, el claretiano Miguel Ángel Velasco. Y es que su conferencia, ‘Tiempo de transformaciones: la mirada a la Agenda de 2030’, ha supuesto una exposición de los cambios que vive el mundo a partir de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) marcados por Naciones Unidas, que suponen «una estrategia y un horizonte de trabajo que realmente hacía falta a nivel mundial» y que la Vida Religiosa «debe interpretar a la luz del evangelio».
«Los signos siempre pueden interpretarse, de hecho una de las cosas que caracteriza el Concilio Vaticano II es hablar de los signos», ha apuntado Velasco. Por ello, la vida consagrada «está llamada a ser parábola del mundo que viene, esta vez desde la fraternidad universal hecha de diversidad», ya que esta se manifiesta dentro de las propias congregaciones. «Dios nos llama a que esto lo vivamos como una riqueza», ha añadido.
Asimismo, el claretiano, que es director de Proclade, ha subrayado que el «no dejar a nadie atrás» podría definirse como el motivo central de la Agenda 2030, la cual, a su vez, «casa a la perfección con Laudato si'». Desde Naciones Unidas se ha llegado a la conclusión de que «no podemos dejar a nadie atrás, ni a las personas, ni a grupos marginados, ni países», y es algo que también debe adoptar la Iglesia. «Algo nuevo está naciendo, y tenemos que ser nosotros, la Iglesia, quienes estemos atentos a los nuevos signos de los tiempos», ha apostillado. Pero, para esto, la Vida Consagrada debe ser capaz de «conectar con la realidad del mundo», ya que sin esto «no se puede evangelizar».
Dos caras de la misma moneda
«En 2015 el papa Francisco acudió a la Asamblea de Naciones Unidas, año en el que nacía Laudato si'», ha explicado Velasco. Las palabras del Papa fueron entonces «una especie de puente» entre lo que se establece en la exhortación y los ODS, que estaban a punto de aprobarse. Dos documentos, dos trabajos desarrollados desde perspectivas distintas pero que evocaban lo mismo: el cuidado de la humanidad está ligado, irrevocablemente, al de la casa común. Y, sobre todo, se pasa de la idea de «desarrollo» a la de «desarrollo sostenible, porque este no está por encima del ser humano ni de la Tierra en la que habita». Así, si los Derechos Humanos «se enfocan en la persona», los ODS «piensan en la humanidad».
«El enorme cambio que supuso la elaboración de la Agenda supone la inclusión de la sociedad civil para conseguir ese desarrollo sostenible», ha apostillado el misionero, ya que la ONU «se dio cuenta de que si no hacemos que toda la sociedad civil los sienta como propios, se quedarán en nada». Por este motivo se buscaron nuevas formas de trabajar, abriéndose a la participación de grupos y a la presencia de expertos (ONGs). «La ONU está cambiando la forma de hacer las cosas, y nosotros debemos estar presentes en ellas», ha remarcado Velasco.
Esta nueva manera de abordar la situación del planeta surgió como consecuencia de la observación de distintas experiencias a lo largo de los años. En 1992 Naciones Unidas organiza una cumbre sobre la situación del planeta en Río de Janeiro, donde «se empezó a ver que el tema de la Tierra no podía abordarse separado al de la pobreza». Más adelante, en el 2000, «se aprobaron los Objetivos del Milenio, pero en ellos no hay un trabajo de implicación».
Después se sucedieron Río 20, París 2015, y el encuentro en Etiopía sobre la financiación para el desarrollo. Y, a partir de ellos, y sobre todo después de que «los países del norte atravesaran una enorme crisis económica», se entendió que no se trataba de que «el norte ayudase al sur», sino que «había que abordar las cosas de otra manera, y los ODS pasan a ser para todo el mundo, contando con todo el mundo».
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(Fuente: Claretianos.es)
La 48º Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada arrancó el día de ayer, jueves 25 de abril en Madrid bajo el lema ‘A vino nuevo en odres nuevos’. Religiosos venidos de toda España y algunos puntos de Europa se reunieron para afrontar la reflexión de una vida consagrada en permanente reforma, al paso marcado por el papa Francisco. Un año más, el inmenso salón de actos de la Fundación Pablo VI estuvo abarrotado.
Antes de comenzar con los discursos que abrieron este ciclo de conferencias, el día comenzó con un sentido homenaje al cardenal Fernando Sebastián, fallecido hace pocos meses y uno de las mentes impulsoras de estas jornadas de formación permanente para la vida religiosa desde sus inicios. Un sencillo vídeo que hizo memoria de la conferencia que hace dos años dirigió a los consagrados, y en la que explicaba las razones por las que echaron a andar las primeras semanas de vida religiosa: “La principal razón –recordaba en el vídeo el ahora difunto cardenal claretiano– fue que queríamos hacer frente a los interrogantes que surgían respecto al porvenir de esta peculiar forma de vida en la Iglesia”. Un gran aplauso que seguidamente dio lugar a los saludos que desde instituciones como la Fundación Pablo VI, CONFER, CEDIS, el ITVR y la congregación de los Misioneros Claretianos dirigieron a los asistentes.
Especialmente aplaudidas resultaron las palabras del P. Pedro Belderrain, Provincial de Santiago, que quiso trasladar, primeramente, y en nombre del P. Mathew Vattamattam, superior general de los Claretianos y presidente del Instituto Teológico de Vida Religiosa, un sincero deseo de una muy feliz Pascua de Resurreción: “¡Que Cristo Resucitado, el crucificado Señor de la Historia, acompañe la vida de sus comunidades durante todo el año!” comenzó diciendo. A renglón seguido, el Superior Mayor de esta Provincia claretiana expresaba cómo es de justicia dar las gracias “a todas las personas, comunidades e instituciones que durante este largo camino han confiado en nosotros y nos han ayudado a servir al Evangelio y a la Iglesia”. Pero, desde el mismo micrófono, quiso también tener unas palabras de perdón: “queremos pedir sincera y seriamente perdón a las personas e instituciones a las que no hemos sabido ayudar y hasta tal vez, quién sabe, hemos podido causar algún daño. […] Perdón que iría acompañado de un dolor bien profundo si en cualquier momento de este camino alguno de nosotros hubiera cruzado la línea de la barbaridad, el abuso, el desprecio o la falta de respeto a los santuarios sagrados que son el cuerpo, la intimidad y la conciencia de cada persona, sobre todo de las más castigadas por la vida, la injusticia o las consecuencias del pecado”.
También muy celebrado resultó el discurso de Mons. Ginés García Beltrán, presidente de la Fundación Pablo VI. “Sentíos como en casa”, comenzó diciendo el obispo de Getafe. Seguidamente, quiso instar a los religiosos a vivir su consagración con “mayor fidelidad y autenticidad”. A su juicio, dos rasgos que “darán pie vivir los cambios necesarios para este mundo nuestro. Ya no vale el decir ‘es que siempre se ha hecho así’”, finalizó el prelado. Por su parte, Mariña Ríos, presidenta de CONFER, se sinceró desvelando “la ayuda y el regalo” que suponen estos días para tantos consagrados en España. A la vez, apuntó lo sugerente del tema escogido por los organizadores para este año, aunando la renovación de la vida consagrada con el redescubrimiento del Evangelio. “Los odres nuevos evocan cambios en las estructuras, las comunidades y las obras, pero todo esto no sería posible sin mujeres y hombres de confianza, anclados en Jesús […] Creo que estos odres renovados nos adentrarán aún más en el misterio de Dios y en la historia con cada uno de los hombres”.
De parte de CEDIS, su presidenta, Vicenta Estellés, que lleva siendo invitada a la inauguración de la Semana Nacional para la Vida Consagrada desde estos últimos años, tuvo unas palabras basadas en la idea de complementariedad, unión y cohesión para ofrecer al mundo “una mayor capacidad para acoger este vino nuevo”.
Finalmente, el P. Carlos Martínez Oliveras, director del ITVR y de estas jornadas, tuvo un claro mensaje para todos los religiosos presentes: “A vino nuevo, odres nuevos es una cita fácil de recordar en su contenido. Jesús, en una disputa sobre el ayuno y comparando a sus discípulos con los invitados de honor a una fiesta nupcial, se identifica con el “esposo”, cuya presencia no permite más que el gozo y la alegría. Jesús es el esposo enamorado de su pueblo, que inaugura tiempos nuevos de la alianza y salvación definitivas. Estos tiempos nuevos, en los que no hay lugar ni para el duelo ni para la espera, exigen del hombre una novedad radical. No basta una simple adaptación. No es suficiente limpiar el cristal del escaparate. Es necesario renovar el interior.”
Tras un breve descanso, se dio comienzo a la primera conferencia de la mañana, que fue impartida por el rector de la Universidad Pontificia de Comillas, el religioso jesuita Julio Martínez. Sus palabras fueron una invitación a repensar las estructuras, los espacios, las relaciones y el lugar que ocupa la vida consagrada en la Iglesia y en el mundo, a la luz de las palabras de la Evangelii Gaudium que exigen una Iglesia en salida, “en estado permanente de misión”. Por ello, la invitación es a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. El profesor Martínez, teólogo moralista de formación, confesó que no le resultó nada fácil preparar esta conferencia, pero el desenlace de sus palabras resultaron muy enriquecedores para todos los consagrados. Con un estilo sencillo y didáctico, su discurso se planteó en torno a la llamada a la conversión -“volver al amor primero es salir de uno mismo”-, así como al discernimiento “que es un modo de vida, no una herramienta puntual”.
Ya por la tarde, el claretiano Miguel Ángel Velasco, presidente asimismo de la ONG PROCLADE en la Provincia de Santiago, tuvo una charla que, con estilo informal y bien ameno, consiguió acercar la Agenda del Desarrollo sostenible y los 17 objetivos de aplicación universal que, desde el 1 de enero de 2016, rigen los esfuerzos de los países para lograr un mundo más justo. Es la llamada agenda 2030. Paralelamente, el P. Velasco fue hilvanando dicha explicación con el magisterio que los últimos Pontífices, en especial, con el de Francisco y la encíclica Laudato Si’. “El Papa implica y complementa la Agenda 2030 con la riqueza que la Iglesia debe ofrecer”, aseveró. A la vez fue enumerando las llamadas urgentes y comprometidas en lo referente a la dignidad de la persona, la visión holística, la gobernanza común o la cooperación que interpelan directamente a la vida consagrada. “Nuestros carismas siempre han luchado por un mundo mejor, por el diálogo y por el cuidado de nuestra ‘casa común’. ¿estamos aprovechando las oportunidades que la ONU nos brinda?”, interpeló el profesor Velasco. “Seamos protagonistas en la Agenda 2030”, finalizó el misionero.
Para finalizar la jornada, la profesora Estela Aldave, teóloga del Centro de Estudios Teológicos de Aragón, animó la última conferencia del día, marcada por la persona de Jesús, y su seguimiento desde la vida consagrada en un mundo de grandes transformaciones. En esta sociedad marcada por la tecnología, las migraciones y tanta vulnerabilidad, cómo podemos caminar seguros tras los pasos del Maestro, aquel que nos ha venido a traer el vino nuevo del evangelio. Su persona es el referente permanente para cualquier conversión, transformación y reforma. La religiosa terciaria capuchina desgranó una charla magistral plagada tanto de citas de textos neotestamentarios como de una mirada a nuestro mundo desde grandes pensadores de la filosofía y la ética contemporáneos, para dilucidar las claves desde las que Jesús entendía la mirada del Reino a nuestra tierra.