(Fuente: Vida Nueva Digital. Rubén Cruz)
Lo más importante del pontificado de Francisco es que es jesuita», ha dicho hoy, provocando risas, el cardenal Aquilino Bocos en su ponencia titulada ‘La Vida Consagrada en la reforma del papa Francisco’ en el marco de la 48ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada –que se celebra desde el 25 al 27 de abril en el aula Ángel Herrera de la Fundación Pablo VI bajo el lema ‘A vino nuevo, odres nuevos’.
El misionero claretiano tiene claro que el Papa «quiere meter a toda la Iglesia en ejercicios espirituales: esa es su reforma». Y ha proseguido: «Francisco habla de reforma tratando de afrontar los desafíos que experimenta la Iglesia como sujeto evangelizador en un mundo convulsionado por la crisis antropológica, ética, estructural, política y cultural. El Papa busca que el Reino de Dios crezca en un mundo nuevo».
Para Bocos, «quizá hemos cultivado una imagen de la Iglesia demasiado idealizada. Sin mancha y sin arruga y, sin embargo, a la vez, infiel y pecadora». Asimismo, ha remarcado: «La Iglesia está llamada a una reforma continua porque quienes la integramos y caminamos por este mundo somos limitados y pecadores».
Sinodalidad y conversión pastoral
En el mismo sentido, el purpurado ha recalcado que Jorge Mario Bergoglio tiene clara la vía a seguir: sinodalidad y conversión pastoral, sin olvidar la misericordia como tema central de su pontificado. Y en este camino el Papa se sirve de su «coherencia, testimonio y servicio» y de la idea de que «Jesús debe estar siempre en el centro».
Para el cardenal, el Papa «es un experto en antropología» que «pone acento en las relaciones humanas (diálogo y encuentro) y en la polaridad (contrastes)». A este respecto, no ha querido pasar por alto poner sobre la mesa su «frecuente apoyo a los mayores y la defensa de los niños, como se ha visto al hablar de los abusos».
No quiso ocultar que «los procesos de reforma, que inciden en personas y en estructuras, como también en la teología, la moral y la espiritualidad, y que suponen cambios de criterios y actitudes, requieren tiempos largos y, por lo mismo, paciencia».
La reforma de la Vida Consagrada
En relación a la reforma de la Iglesia en lo que respecta a la Vida Consagrada, Bocos se ha detenido en tres puntos principales:
- Reconciliarnos con la realidad, que es emergente: «Somos una realidad eclesial y no una iglesia a parte, cerrada e introvertida. No nos obsesionemos con los números, ni con las edades. Seamos, sí, realistas, pero sigamos con la lógica de la encarnación, que es la lógica de la gratuidad y del testimonio».
- La reforma nos urge a priorizar: «Quien prioriza ilumina, ensancha el horizonte, hace camino. Dios prefiere la misericordia al sacrificio. Tiene predilección por lo pequeño y los pocos y pospone a quienes muestran su ambición y poderío».
- Opción inequívoca e irreemplazable por los pobres: «Aludir a la pobreza es señalar el dinamismo más eficaz de la reforma en la Iglesia y en la vida consagrada. Es un punto sobre el que nos sobran palabras y nos faltan hechos».
Sirviéndose de las palabras del propio Bergoglio, ha reclamado que «la revolución de Francisco es volver a las raíces»: «La vuelta a las raíces en la propuesta de reforma nos lleva a hacer más religiosa nuestra vida, a seguir a Jesús y nuestras paradojas, a revivir el carisma y la profecía de los fundadores y a ser testigos de la alegría y llenos de misericordia».
A la pregunta de ¿a qué tenemos los religiosos que dar prioridad a la hora de emprender estos procesos de transformación estructural?, el claretiano ha explicado que hay que dar más importancia «al Evangelio y al Espíritu que a nuestras cavilaciones; a las personas que a las estructuras; a lo carismático que a lo institucional; al testimonio que a la irrelevancia; a lo comunitario que a lo individual; a la calidad que a la cantidad; a la profecía que a la indiferencia; a los procesos que a al inmovilismo y al liderazgo de servicio, participativo y misericordioso, que al gobierno directivo, regulador y eficacista».
Reiniciar procesos desde arriba
Por último, el cardenal ha enviado cuatro mensajes a los superiores mayores de cara a la necesidad de reiniciar procesos, para lo que «no hay recetas milagrosas»:
En primer lugar, «los procesos de crecimiento y transformación solo pueden acompañarlos por quienes están reformados personalmente. Quien gobierna, quien lidera las comunidades religiosas, se ha de dejar envolver por la onda del Espíritu, como lo hizo Jesús quien vivió como siervo», ha indicado.
En segundo lugar, «los procesos que reforman nuestra vida consagrada necesitan líderes que tenga un corazón, como Jesús, pobre, humilde y que se entreguen totalmente a los demás; que se pongan a lavar los pies a sus hermanos y ejerzan de buenos samaritanos. Así será creíble y dará seguridad de que se puede contar con él», ha señalado.
En tercer lugar, «la persona que inicie y acompañe procesos de crecimiento ha de estar dotada de capacidad de generar, de ilusionar y de transmitir pasión para realizarlos. Creer en lo que propone, saber inspirar a otros y compartir misión-visión».
Y, en cuarto lugar, ha pedido que «cuidemos el don que se nos ha dado y hagámoslo fructificar para ser: testimonio de gratuidad y de gratitud; testimonio de fraternidad y de solidaridad y testimonio de anuncio alegre del Evangelio. Se nos ha dado un don para rejuvenecer la Iglesia y para que esta sea la casa de todos los hombres; donde los pobres se encuentran a gusto; donde asombra la armonía y se goza la comunión y donde se respira la alegría del Evangelio».
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
(Fuente: Vida Nueva Digital. Elena Magariños)
La formación es un tema que preocupa especialmente a la Vida Consagrada. Abordarla, desde la perspectiva del mundo actual, es precisamente uno de los desafíos que se han presentado hoy durante la 48ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada, que se celebra desde el 25 al 27 de abril en el aula Ángel Herrera de la Fundación Pablo VI bajo el lema ‘A vino nuevo, odres nuevos’.
«La entraña de la Vida Religiosa es buscar a Dios, y en el mundo complejo que vive la gente joven debemos hacerlo también», ha dicho Luisa Villanego, carmelita de la caridad vedruna, en el marco del panel ‘La formación (inicial y permanente) puesta a prueba’. En todo el proceso de formación es, precisamente, el acompañamiento lo que «ayuda a los jóvenes a hacer procesos, a que puedan hacer su camino, a descubrir lo que Dios les llama a vivir».
En la misma línea, Esteban de Vega, visitador auxiliar de La Salle, ha remarcado que «cuando el Papa habla de que la tarea de la formación debe ser artesanal y no policiaca, nos dice que implica paciencia, dedicación a lo concreto, y que no se puede hacer en serie sino observando las cualidades de cada grupo», y destaca un «error» en el que se cae con asiduidad: «querer en seguida el fruto, pero eso no es posible porque requiere tiempo».
Abiertos a la diferencia
En cuanto a las características específicas y particularidades de los grupos, Verónica Gutíerrez, maestra de novicias de la Pureza de María, ha señalado que, actualmente, es muy común encontrarse con la multiculturalidad. «El compartir con personas de diferentes procedencias, no solo en casos de otros países sino también dentro de la misma España, supone atender a las diferencias que se presentan», ha explicado, si bien es cierto que «por lo general la gente joven no está tan cerrada a acogerse entre ellas y descubrir nuevas formas de pensar y de vivir la espiritualidad». De esta manera, el conflicto no es el que se genera por la diferencia, sino «el estar cerrados a ella».
Por su parte, María José Castejón, del Instituto Secular Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote y parte de la comisión de formación de la Conferencia Española de Institutos Seculares, ha subrayado que «al haber hecho opción por un tipo de vida alternativo en una sociedad plural», es esencial tanto «no olvidar los procesos» de formación continuados durante toda la vida pero, sobre todo, que «lo que se diga en la formación inicial tiene que autentificarse en la formación permanente y en los propios miembros del instituto».
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
(Fuente:Claretianos.es)
La mañana del viernes estuvo dedicada a los procesos de reforma, siendo el Prof. Rino Cozza el primero en ofrecer su reflexión que versó en torno a los dinamismos de crecimiento en la vida consagrada. Y, a continuación, el Cardenal Aquilino Bocos nos presentó en su conferencia una amplia visión de la reforma eclesial del papa Francisco con sus criterios y sus dinámicas. “El Papa, -señalaba el cardenal claretiano- es sobre todo jesuita. Y para comprender su reforma es necesario escucharle en la clave de los ejercicios espirituales de san Ignacio. Démonos cuenta de que Francisco quiere meter a toda la Iglesia en ejercicios espirituales”.
A renglón seguido, el prelado desgranó las claves desde donde la vida religiosa debe contribuir decisivamente a llevar adelante los sueños del Papa sobre la Iglesia. “Seamos vino nuevo, atentos a la vida consagrada emergente, apreciando el dinamismo misionero en los cinco continentes; intensifiquemos nuestra opción por los pobres, que es la forma más eficaz para cualquier reforma; aventurémonos con valentía en aquello que no se puede programar, dóciles al Espíritu; y reencontrémonos en una fecunda vuelta a las raíces carismáticas de cada instituto”. Desde estos puntos, la reforma conseguirá que esta peculiar forma de vida sea signo visible para el mundo de entrega a los demás.
Por la tarde, y siguiendo el camino trazado en las conferencias anteriores, se abordó el tema de la formación. En el ámbito formativo se han llevado a cabo profundas transformaciones de métodos, lenguajes, dinámicas, valores, finalidades y etapas. El panel sobre la formación inicial y permanente que ofrecieron Luisa Villanego, ccv, Verónica Gutiérrez, rpm, Dª Mª José Castejón (CEDIS) y Esteban de Vega, fsc, y que estuvo moderado por el profesor Juan Carlos Martos, cmf resultó un buen momento para tomar el pulso a las prioridades y las opciones formativas que nos permiten afrontar el futuro de la vida consagrada en su misión eclesial.