Después de la pausa obligada del pasado jueves, 12 de octubre, esta semana se reanuda el Ciclo de Conferencias ‘Los Jueves del ITVR’. Seguimos abordando el tema los «Dinamismos inspiradores de ayer y hoy» y de tal modo iniciamos en esta tarde, de la mano de la teóloga Mónica Díaz Álamo, el dinamismo evangélico.
Así, la ponente arrojó la luz necesaria para poder detenernos en la dimensión carismática y profética de la vida consagrada, haciendo una relectura de ambos aspectos desde las figuras de dos personas que han dejado una profunda huella en la historia de la Iglesia actual: Madeleine Delbrêl y Monseñor Oscar Romero.
“El profeta del Antiguo Testamento dice una palabra sobre lo que se debería hacer o cómo se debería proceder para actuar según la voluntad de Dios, y así usaban la fórmula: «Así́ dice Yahvé» u «oráculo de Yahvé», pero ¿hoy cómo podemos identificar a las figuras proféticas?”, se preguntaba la experta.
A renglón seguido, Díaz Álamo pasó a enumerar más detalladamente las características del profetismo en el Antiguo Testamento –“experiencia intensa de Dios, camino de esperanza para la comunidad, búsqueda de la justicia, discernimiento especial para los signos de los tiempos, entre otros”- y a la vez, señalando que el decantado de todas ellas cristaliza en “Jesucristo-profeta”. “Para los cristianos, en Jesús se produce la plenitud de la revelación y es confesado como algo más que un profeta, incluso más que el profeta definitivo”, advirtió.
Del mismo modo, en el Nuevo Testamento podemos seguir buscando y hallando otras figuras, pilares de nuestra fe, que irradian carisma profético, “y en esta ocasión hablaré de san Pablo”, inició Díaz Álamo; pues a juicio de la teóloga, vocal de la junta de la Asociación de Teólogas Españolas, “la inspiración del Espíritu es la que confiere al profeta relevancia en la comunidad, pues su palabra viene de Dios, es decir, edifica y construye”.
Delbrêl y Mons. Romero
“Nuestros días enfrentan un reto extraordinario, y es que los cristianos hoy debemos de posibilitar y realizar una vocación alternativa en nuestro mundo”, advirtió la experta. Y ante tal desafío, “¿Qué aportan las figuras de Madeline Delbrêl y Óscar Romero a la vida consagrada?”, formulaba.
Madeleine Delbrêl tuvo una especial relación con Dios y una experiencia religiosa que “le hizo entregarse a los demás, a pesar de las dificultades personales y familiares que soportó en su vida”. “Fue una mujer que vivió́ la experiencia de Dios arraigada en la vida cotidiana, sabiendo que en los momentos más insignificantes y frecuentes de nuestro día a día se encuentra a Dios”.
Por parte de Óscar Arnulfo Romero “fue los pobres, en los campesinos maltratados y torturados, donde el querer de Dios se le fue revelando especialmente presente en su vida”. “El contexto que rodeaba a Romero estaba repleto de violencias, por eso el arzobispo calificaba de reino del infierno la realidad que le tocó vivir”. “Se acercó al Evangelio desde la mirada de los pobres, y se mantuvo fiel a su vocación profética hasta sus últimas consecuencias, la entrega de la propia vida”.
“Los profetas y las figuras de Madeleine Delbrêl y Óscar Romero nos dan el ejemplo de la entrega de la vida a su vocación profética”, concluyó.