Sesión matutina
Arrancó la tercera jornada de esta Semana Nacional para institutos de vida consagrada con unas palabras de ánimo y reconocimiento por parte de D. Vicente Jiménez, obispo de Santander y recientemente elegido presidente de la Conferencia Episcopal para la Vida Consagrada, tras las cuáles Olegario González de Cardedal continuó la ponencia de ayer aportando criterios clave para centrar la vida cristiana y discernir, desde ellos, la verdadera mística cristiana. Nos recordó que lo específico del cristianismo no es el movimiento del ser humano hacia Dios sino todo lo contrario: el movimiento que Dios hace hacia el ser humano “entrando en el espesor de la carne, del tiempo, de la cruz y de la muerte”. Frente a la “invasión mística” de ciertos movimientos, insistió en que Dios es Amor, pero que el amor sin más no es Dios; Dios es Absoluto pero no cualquier absoluto es Dios…
Con la respuesta a algunas preguntas planteadas por la asamblea al ponente, finalizó la primera parte de la sesión de la mañana.
La segunda parte de la mañana comenzó con una escenificación realizada por alumnos del Instituto Teológico de la Vida Religiosa y, posteriormente, tuvieron la palabra Carlos Pereira Prado, redentorista y profesor de Bellas Artes en la Universidad Complutense, y Marcos Rincón Cruz, franciscano y poeta.
Carlos Pereira nos recordó que los artistas hacen algo de lo que también hace Dios: crear.
Presentando algunos de los recursos artísticos que se emplean, hizo algunas aplicaciones teológicas. De la misma forma que en el contraste se juega con la luz y la oscuridad, nos sugirió que podía llevarnos a preguntarnos por la presencia de la oscuridad y de lo que no nos gusta; y, de la misma forma, la interferencia nos hace presente que no nos conocemos bien hasta que no “interferimos” con otros. La gran obra de Dios, la Creación, es una obra que admite grandes riesgos porque está llamada a evolucionar por sí misma sin limitar su poder creador y de la misma forma que ver una obra de arte nos lleva a contactar con el artista que la ha realizado, contemplar la Creación nos debería poner en contacto con el Creador. Su ponencia terminó insistiendo que no hay nada más bello y que nos pueda acercar más a Dios que el cuidado de la debilidad y de la obra de arte del mundo que Dios ha puesto en nuestras manos.
Marcos Rincón nos dio su breve pero sugerente testimonio personal de cómo vive y entiende él su ser poeta. Desde su experiencia, el poeta es un buscador de la belleza, que descubre en ella a Dios y, ante eso, solo le queda disfrutarla y cantarla. Definió al poeta como profeta, buscador y testigo de Dios capaz de convertir en visible el mundo invisible. La poesía es, para este trovador, una forma directa de llegar a lo profundo, al mismo Misterio, por eso muchos místicos, cristianos o no, han utilizado la poesía para expresar su vivencia.
Este franciscano que retoma la vocación de juglar de San Francisco, la poesía ha sido la guía que ha sabido orientarle hacia la experiencia religiosa convirtiéndose en oración.
Con la celebración de la eucaristía terminó la sesión de la mañana.
Sesión vespertina
Con mucha puntualidad iban llegando los participantes al encuentro sobre la vida religiosa, y con la expectativa de escuchar las charlas que nos iban a impartir esta tarde el profesor del Instituto de Vida religiosa el P. Antonio Sánchez Orantos y la hermana Martha Zechmeister, CJ y la verdad que no nos defraudaron.
El P. Antonio Sánchez Orantos, trato el tema: Lo sagrado y lo santo: ¿un dilema? ¿Un camino? Nos trato de clarificar este problema entre lo sagrado y lo santo, que muchas veces lo sagrado es acosta de lo santo, cuando lo sagrado debe ser aliado de lo santo. Lo sagrado solo adquiere sentido cuando es expresión de un corazón nuevo dispuesto a seguir el rito de Melquisedec, que era al mismo tiempo, sacerdote, victima y altar. El nuevo sacerdocio tendrá que definirse por la comunión de vida y no por la sacralización.
Los mortales tenemos una sacralidad inmanente, pero difícilmente con un Dios radicalmente transcendente. Hoy estamos volviendo a lo sagrado, olvidando el evangelio, queremos olvidar lo santo y volver a lo sagrado.
La mística evangélica nos presenta un Dios, inalcanzable para el hombre , que por amor desea alcanzar al hombre en su vida cotidiana.
La sabiduría espiritual y la sabiduría teológica solo pueden ser sabiduría simbólica. El mandato bíblico pide siempre misericordia, hospitalidad, acogida gratuita del prójimo, y no solo experiencia personal o ritualidad sacra. El ideal de la fe cristiana, es el amor vivido y compartido.
La hermana Martha Zechmeister, CJ nos diserto sobre “Yo no hago nada por mí mismo” o la mística de la misión. Para empezar se disculpo de su castellano-alemán, y que le perdonásemos las exageraciones que todas iban con mucho amor hacia la vida religiosa. Muy fuerte fue su afirmación sobre la vida religiosa en Europa, diciendo: los que fueron los fundamentos de la cultura europea se están convirtiendo en un recuerdo histórico y una nota marginal. La vida religiosa o se pierde saliendo de sí misma hacia los otros o no es nada. La marginalidad es el lugar propio de la vida religiosa y no con los poderes de este mundo. La tentación de pertenecer al centro para participar del poder o dejarse domesticar, así no sirve como sal de la tierra, ni tiene sabor.
Interesante su opinión de que la vida religiosa no es esencial para la Iglesia, y esto nos da mucha libertad, puede concederse el lujo de no defender su propia existencia y con libertad y fantasía salir a buscar a los que gritan por más redención y salvación.
La mística de la misión es una mística del camino. Caminando tras Jesús, arriesgándonos como Él por nuestros hermanos y hermanas más vulnerables y termino invitándonos a cantar la gloria de Dios al arriesgar las exageraciones insoportables del Evangelio. Hay que decir que con su sinceridad y convicción con que nos dio su charla, nos entusiasmo a todos a trabajar por el Evangelio.