El intenso día de ayer, ampliamente recogido por revistas y semanarios especializados en información religiosa (podéis pinchar en estos enlaces [i, ii, iii, iv, v] para leer las destinas informaciones de algunos de ellos) dio paso a la segunda jornada de la 51º Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada de la mano del P. José Cristo Rey García Paredes, catedrático en su día del Instituto de Teología de la Vida Religiosa de Madrid. De tal modo, al P. García Paredes le correspondió exponer el tema de la relación en una doble perspectiva: las relaciones que genera el ‘nosotros eclesial’ y las relaciones dinámicas que requiere la ‘sinodalidad’. “He titulado a mi texto ‘El nosotros eclesial – La sinodalidad como nuevo proyecto de relación’”, presentó.
Así, el profesor y misionero claretiano comenzó explicando el “nosotros soñado por Dios”, que es también el sueño y la misión de Jesús: “reunir a Israel”, “a los hijos de Dios que estaban dispersos”, pero hacerlo desde un modelo de unidad novedoso, “pues así como su unión con el Padre no elimina la distinción, los discípulos también serán uno desde su diversidad. La unidad que es imposible para el hombre es posible para Dios”.
Seguidamente, el P. García Paredes introdujo una interesante cuestión, hablando ya en profundidad de la tarea de relación y encuentro: “Hablar de un ‘nosotros eclesial’ es una bella expresión, pero ¿es sueño o realidad?”. Pues a juicio del conferenciante “la dictadura del yo, yo y yo aísla y nos convierte en un yo belicoso, mutilado e infeliz, incapaz de amor y de ternura y falso. Bajo la dictadura de este yo, la unión comunitaria aparente está fundada en el mutuo engaño”. Frente a esta realidad, Jesús, el “hombre para los demás”, se presentó ante sus discípulos como ‘el amigo’, pues “nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos; vosotros sois mis amigos” (Jn 15, 14-15)
Al principio era la relación
“Martin Buber dijo: ‘al principio era la relación’ y de ello dedujo que el ‘yo’ se constituye auténticamente cuando se encuentra con un ‘tú’”, o dicho con otras palabras, “solo el encuentro con el otro hace de mí un ‘yo’”. “Yo soy únicamente persona si entro en relación de encuentro con otra persona”. Solo hay encuentro si hacemos ‘acto mutuo de presencia’ del uno al otro, ya que de este tipo de relación y de encuentro surge el autentico ‘nosotros’”. Así, “no basta la casa común: es necesario redescubrirnos unos y otros como hermanos iguales en la dignidad y diferentes en nuestro modo de ser. Y es necesario incluir en la casa común a quienes con tanta frecuencia se excluye”.
Descubrir el camino de la sinodalidad
Para comenzar con la segunda parte de su conferencia, el profesor afirmó que nuestro Dios espera de nosotros que caminemos juntos en sinodalidad todos los que formamos la Iglesia; que nos encaminemos hacia una meta que no sea un viaje a ninguna parte y al tiempo, que sea un camino contemporáneo, es decir, conectado con la humanidad y significativo para ella. Por ello, a renglón seguido, el claretiano se preguntó “¿qué podrá́ significar la sinodalidad aplicada a todo el pueblo de Dios en sus diferentes formas de vida y de ministerio? ¿Cómo caminar juntos?” Para el misionero, si algo ha de subrayarse es que “la sinodalidad está en contra de los grupos de poder o de fuerza que intentan imponerse a los demás. Por eso, la sinodalidad coral requiere siempre un liderazgo que favorezca y defienda la propia sinodalidad”. “Donde hay exclusión, también se excluye algo de la acción del Espíritu Santo”, afirmó.
Para concluir, el misionero puso de relieve el sueño de Dios y de Jesús: “que todos seamos uno”. “Y todos no son únicamente los ‘muchos’, sino ‘todos significa todo el mundo. Y cuando todos nos ponemos en camino, en auténtica sinodalidad, el sueño de Dios comienza ya a hacerse realidad”. Para ello, hay recordarnos que “la unidad es sobre todo tarea de Dios”. “Esperemos, pues, ser dóciles al Espíritu Santo”, finalizó.